La fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe: "¿No estoy aquí, que soy tu Madre?"

December 10, 2023 at 5:25 p.m.
(John Batkowski)

Por Obispo David M. O'Connell, C.M.

En diciembre de 2018, tuve el privilegio de guiar a un grupo sacerdotes y fieles laicos en una peregrinación a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en México.  Fue una experiencia asombrosa y profundamente conmovedora, junto con mis compañeros peregrinos, el arrodillarme y orar en esa hermosa Iglesia dedicada a la patrona de todas las Américas.  Vimos cómo miles de personas, y muchas de las cuales habían viajado a pie desde sus hogares por todo México, llevando sus oraciones y necesidades a nuestro Señor a través de la intercesión de su Santísima Madre.

Desde el 2016, anticipándose a la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el clero y los fieles de la Diócesis de Trenton han llevado antorchas a través de los cuatro condados cada año, simbolizando la luz que Nuestra Señora de Guadalupe trae al dar a luz a su hijo, símbolos también de la luz de la fe que arde profundamente en nuestros corazones y que traemos cuando nos acercamos a su hijo.

Conocemos la historia de Nuestra Señora de Guadalupe y cómo llamó a Juan Diego, un converso mexicano de 57 años que se dirigía a Santa Misa desde la cima del cerro del Tepeyac el 9 de diciembre de 1531. Ella lo llamaba "Juanito, Juan Dieguito", su hijito,

l Papa Francisco nos dice que la Virgen siempre la Virgen elige a los sencillos, en la colina del Tepeyac en México como en Lourdes y Fátima: hablándoles, les habla a cada uno, con un lenguaje adecuado para todos, con un lenguaje comprensible, como el de Jesús. (Audiencia general, Papa Francisco, 23 de agosto de 2023).

¡Nuestra Señora de Guadalupe le anunció a "Juanito" que ella es la Madre de todos nosotros! Recordamos sus palabras de aquella aparición milagrosa:

“Porque, en verdad, yo me honro en ser tu madre compasiva, tuya y de todos los hombres que vivís juntos en esta tierra, y también de todas las demás variadas estirpes de hombres, los que me amen; los

que me llamen, los que me busquen, los que confíen en mí.”

Nuestra Señora de Guadalupe es la Madre de Dios y la Madre de todos los hijos de Dios, ella es su madre y también es mi madre --- y la patrona de todas las Américas.

Se le apareció cuatro veces a Juan Diego cerca del cerro del Tepeyac, identificándose con Juan Diego desde su primera aparición:

“Sábelo, ten por cierto, hijo mío, el más pequeño, que yo soy en verdad la perfecta siempre Virgen Santa María, que tengo el honor y la dicha de ser Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive, el Creador de las personas, el Dueño de la cercanía y de la inmediación, el Dueño del cielo, el Dueño de la tierra. Mucho quiero, mucho deseo, que aquí me levanten mi casita sagrada, en donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto, lo entregaré a las gentes en todo mi amor personal, a Él que es mi mirada compasiva, a Él que es mi auxilio, a Él que es mi salvación. Porque, en verdad, yo me honro en ser tu madre compasiva, tuya y de todos los hombres que vivís juntos en esta tierra, y también de todas las demás variadas estirpes de hombres, los que me amen; los que me llamen, los que me busquen, los que confíen en mí. Porque ahí, en verdad, escucharé su llanto, su tristeza, para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores.”

Ella le pidió que fuera al obispo y que le pidiera que le construyera una iglesia allí para que la gente pudiera venir y orar por la misericordia, la sanación y la compasión de Dios.  Ella anticipo dudas del obispo, y le dijo que recogiera rosas y las pusiera en su tilma, como señal.  Y cuando abrió su tilma ante el obispo, las rosas cayeron revelando una hermosa imagen --- la imagen que tanto conocemos--- la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe vestida de azteca.  Las dudas del obispo se convirtieron en creencia.  Yo pude ver esa hermosa tilma durante la peregrinación a México, exhibida en una vitrina en el santuario de la Basílica que lleva su nombre.

En una homilía pronunciada una vez en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, nacido en México, predicó: "Nuestra Señora nos llama a escuchar su voz, a dejarnos guiar por sus palabras y su ejemplo... también nos pide hacer algo especial por ella, así como llamó a San Juan Diego, nos pide llevar a Jesús a cada corazón y a cada alma".

Esto es lo que le pedía a San Juan Diego que hiciera. Y esto es lo que nos está pidiendo a usted y a mí que hagamos. Somos mensajeros y misioneros, cada uno de nosotros, cada uno a su manera, estamos llamados a llevar a Jesucristo a cada situación de nuestras vidas.

Nuestra Señora nos llama de nuevo a través de la celebración de este año a ser como Jesús en la forma en que pensamos y en la forma en que tratamos a los demás. Ella nos llama a ser como Jesús en la forma en que respondemos a las luchas en nuestras vidas y a los desafíos que enfrentamos en la Iglesia.

Como nos dice el Evangelio, María creyó en la palabra que el Señor le había dicho, y fue bendecida. Hermanos y hermanas, estamos llamados a tener la misma confianza que tuvo María.

Recordemos siempre sus palabras:

“Que no se perturbe tu corazón; no temas... ¿No estoy yo aquí, que tengo el honor y la dicha de ser tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Acaso tienes necesidad de alguna otra cosa?

La Virgen nos recuerda que más allá del color de nuestra piel o de los países de donde venimos, todos somos hermanos y hermanas. Lo somos, cada uno de nosotros, ¡no hay excepciones! — todos somos hijos de un Padre celestial y tenemos a la Madre de Dios como nuestra Madre (Homilía, Arzobispo José Gómez, 12 de diciembre de 2018).

Que nuestra Señora de Guadalupe, Virgen Madre y patrona de todas las Américas, nos acompaña en nuestro camino de fe a través de esta vida. Estamos siempre en su mirada. Ella nos toma de la mano, como una madre, y nos guía por los caminos que nos conducen a su Hijo, siempre. Pongamos todas nuestras esperanzas y temores a los pies de la Virgen.

¡Viva la Virgen de Guadalupe!

¡Que viva San Juan Diego!


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Desde el 2016, anticipándose a la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el clero y los fieles de la Diócesis de Trenton han llevado antorchas a través de los cuatro condados cada año, simbolizando la luz que Nuestra Señora de Guadalupe trae al dar a luz a su hijo, símbolos también de la luz de la fe que arde profundamente en nuestros corazones y que traemos cuando nos acercamos a su hijo.

Conocemos la historia de Nuestra Señora de Guadalupe y cómo llamó a Juan Diego, un converso mexicano de 57 años que se dirigía a Santa Misa desde la cima del cerro del Tepeyac el 9 de diciembre de 1531. Ella lo llamaba "Juanito, Juan Dieguito", su hijito,

l Papa Francisco nos dice que la Virgen siempre la Virgen elige a los sencillos, en la colina del Tepeyac en México como en Lourdes y Fátima: hablándoles, les habla a cada uno, con un lenguaje adecuado para todos, con un lenguaje comprensible, como el de Jesús. (Audiencia general, Papa Francisco, 23 de agosto de 2023).

¡Nuestra Señora de Guadalupe le anunció a "Juanito" que ella es la Madre de todos nosotros! Recordamos sus palabras de aquella aparición milagrosa:

“Porque, en verdad, yo me honro en ser tu madre compasiva, tuya y de todos los hombres que vivís juntos en esta tierra, y también de todas las demás variadas estirpes de hombres, los que me amen; los

que me llamen, los que me busquen, los que confíen en mí.”

Nuestra Señora de Guadalupe es la Madre de Dios y la Madre de todos los hijos de Dios, ella es su madre y también es mi madre --- y la patrona de todas las Américas.

Se le apareció cuatro veces a Juan Diego cerca del cerro del Tepeyac, identificándose con Juan Diego desde su primera aparición:

“Sábelo, ten por cierto, hijo mío, el más pequeño, que yo soy en verdad la perfecta siempre Virgen Santa María, que tengo el honor y la dicha de ser Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive, el Creador de las personas, el Dueño de la cercanía y de la inmediación, el Dueño del cielo, el Dueño de la tierra. Mucho quiero, mucho deseo, que aquí me levanten mi casita sagrada, en donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto, lo entregaré a las gentes en todo mi amor personal, a Él que es mi mirada compasiva, a Él que es mi auxilio, a Él que es mi salvación. Porque, en verdad, yo me honro en ser tu madre compasiva, tuya y de todos los hombres que vivís juntos en esta tierra, y también de todas las demás variadas estirpes de hombres, los que me amen; los que me llamen, los que me busquen, los que confíen en mí. Porque ahí, en verdad, escucharé su llanto, su tristeza, para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores.”

Ella le pidió que fuera al obispo y que le pidiera que le construyera una iglesia allí para que la gente pudiera venir y orar por la misericordia, la sanación y la compasión de Dios.  Ella anticipo dudas del obispo, y le dijo que recogiera rosas y las pusiera en su tilma, como señal.  Y cuando abrió su tilma ante el obispo, las rosas cayeron revelando una hermosa imagen --- la imagen que tanto conocemos--- la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe vestida de azteca.  Las dudas del obispo se convirtieron en creencia.  Yo pude ver esa hermosa tilma durante la peregrinación a México, exhibida en una vitrina en el santuario de la Basílica que lleva su nombre.

En una homilía pronunciada una vez en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, nacido en México, predicó: "Nuestra Señora nos llama a escuchar su voz, a dejarnos guiar por sus palabras y su ejemplo... también nos pide hacer algo especial por ella, así como llamó a San Juan Diego, nos pide llevar a Jesús a cada corazón y a cada alma".

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Como nos dice el Evangelio, María creyó en la palabra que el Señor le había dicho, y fue bendecida. Hermanos y hermanas, estamos llamados a tener la misma confianza que tuvo María.

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La Virgen nos recuerda que más allá del color de nuestra piel o de los países de donde venimos, todos somos hermanos y hermanas. Lo somos, cada uno de nosotros, ¡no hay excepciones! — todos somos hijos de un Padre celestial y tenemos a la Madre de Dios como nuestra Madre (Homilía, Arzobispo José Gómez, 12 de diciembre de 2018).

Que nuestra Señora de Guadalupe, Virgen Madre y patrona de todas las Américas, nos acompaña en nuestro camino de fe a través de esta vida. Estamos siempre en su mirada. Ella nos toma de la mano, como una madre, y nos guía por los caminos que nos conducen a su Hijo, siempre. Pongamos todas nuestras esperanzas y temores a los pies de la Virgen.

¡Viva la Virgen de Guadalupe!

¡Que viva San Juan Diego!

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