Segundo Domingo de Adviento: Juan el Bautista habla de “más por venir”
December 9, 2023 at 10:36 a.m.
Juan el Bautista es verdaderamente una figura notablemente importante en la historia del Adviento y más allá. Como profeta y predicador, él es el fin del Antiguo Testamento y el comienzo del Nuevo.
El Evangelio de San Marcos, proclamado el primer y segundo Domingo de Adviento, es considerado el primero de los cuatro Evangelios escritos. Y, sin embargo, no contiene ninguna referencia específica a la historia del nacimiento del Señor Jesucristo en Belén. Para eso, necesitamos leer los primeros capítulos de los Evangelios de San Mateo (1:1-2:23) y San Lucas (1:5-2:52), lo que los estudiosos de las Escrituras describen como las “narrativas de la infancia”.
El Evangelio de San Marcos comienza presentándonos a San Juan Bautista, predicho por el profeta Isaías del Antiguo Testamento como el precursor del Mesías:
“He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino. Voz del que clama en el desierto:Preparad el camino del Señor, haced derechas sus sendas.” Juan Bautista apareció en el desierto proclamando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.
Su presencia y predicación atrajeron a una gran multitud. San Marcos escribe,
“La gente de toda la campiña de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él y eran bautizados por él en el río Jordán, reconociendo sus pecados”.
San Juan hace una curiosa referencia al “advenimiento” del Mesías cuando proclama:
“Y predicaba, diciendo: Tras mí viene uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os bauticé con agua, pero Él os bautizará con el Espíritu Santo.”
Y luego, en los siguientes versículos, San Marcos presenta a Jesús de Nazaret, ya adulto en este punto, que se presenta y se somete al bautismo de Juan.
Los otros tres Evangelios se refieren al testimonio de Juan –la “voz que clama en el desierto” de Isaías– y al bautismo de Jesús en el Jordán, revelando su identidad mesiánica al comenzar su ministerio público, treinta años después de su nacimiento en Belén.
En este segundo Domingo de Adviento, Juan Bautista emerge como una “voz” profética que prepara el camino para el Mesías y llama a sus seguidores a hacer lo mismo. “Uno más poderoso” que él llega y pasa las páginas de las profecías del Antiguo Testamento para darse cuenta del Nuevo Testamento de que el Mesías ha venido y que el mundo nunca volverá a ser el mismo. La historia continúa, pero no antes de que escuchemos cómo comenzó todo... qué significa y cómo se desarrolla.
La estrella que aparece en el cielo oriental sobre Belén; el hogar de Nazaret; los años escondidos allí; la predicación de Juan el Bautista; las aguas del Jordán; la voz de los cielos, “Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido. (Marcos 1:11; Mateo 3:17; Lucas 3:22)”.
Mucho más por venir.
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Juan el Bautista es verdaderamente una figura notablemente importante en la historia del Adviento y más allá. Como profeta y predicador, él es el fin del Antiguo Testamento y el comienzo del Nuevo.
El Evangelio de San Marcos, proclamado el primer y segundo Domingo de Adviento, es considerado el primero de los cuatro Evangelios escritos. Y, sin embargo, no contiene ninguna referencia específica a la historia del nacimiento del Señor Jesucristo en Belén. Para eso, necesitamos leer los primeros capítulos de los Evangelios de San Mateo (1:1-2:23) y San Lucas (1:5-2:52), lo que los estudiosos de las Escrituras describen como las “narrativas de la infancia”.
El Evangelio de San Marcos comienza presentándonos a San Juan Bautista, predicho por el profeta Isaías del Antiguo Testamento como el precursor del Mesías:
“He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino. Voz del que clama en el desierto:Preparad el camino del Señor, haced derechas sus sendas.” Juan Bautista apareció en el desierto proclamando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.
Su presencia y predicación atrajeron a una gran multitud. San Marcos escribe,
“La gente de toda la campiña de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él y eran bautizados por él en el río Jordán, reconociendo sus pecados”.
San Juan hace una curiosa referencia al “advenimiento” del Mesías cuando proclama:
“Y predicaba, diciendo: Tras mí viene uno que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os bauticé con agua, pero Él os bautizará con el Espíritu Santo.”
Y luego, en los siguientes versículos, San Marcos presenta a Jesús de Nazaret, ya adulto en este punto, que se presenta y se somete al bautismo de Juan.
Los otros tres Evangelios se refieren al testimonio de Juan –la “voz que clama en el desierto” de Isaías– y al bautismo de Jesús en el Jordán, revelando su identidad mesiánica al comenzar su ministerio público, treinta años después de su nacimiento en Belén.
En este segundo Domingo de Adviento, Juan Bautista emerge como una “voz” profética que prepara el camino para el Mesías y llama a sus seguidores a hacer lo mismo. “Uno más poderoso” que él llega y pasa las páginas de las profecías del Antiguo Testamento para darse cuenta del Nuevo Testamento de que el Mesías ha venido y que el mundo nunca volverá a ser el mismo. La historia continúa, pero no antes de que escuchemos cómo comenzó todo... qué significa y cómo se desarrolla.
La estrella que aparece en el cielo oriental sobre Belén; el hogar de Nazaret; los años escondidos allí; la predicación de Juan el Bautista; las aguas del Jordán; la voz de los cielos, “Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido. (Marcos 1:11; Mateo 3:17; Lucas 3:22)”.
Mucho más por venir.