WASHINGTON (CNS) -- La nación ha experimentado "otra noche llena de terror indescriptible", y "necesitamos orar y cuidar de los que sufren," dijo el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) en Washington.

En Las Vegas, un pistolero identificado por las autoridades como Stephen Craig Paddock, de 64 años, estaba situado en una habitación en el piso 32 de un hotel y la noche del 1 de octubre, desató una lluvia de balas sobre un festival de música country al aire libre que se celebraba abajo. La multitud en el evento sobrepasaba los 22.000.

El sujeto mató a por lo menos a 58 personas e hirió a más de 500, todo indica que esta es  "la balacera más mortífera en la historia moderna de los Estados Unidos", dijo el cardenal Daniel N. DiNardo de Galveston-Houston, presidente de la USCCB, en una declaración el 2 de octubre.

"Envío mi corazón y mis oraciones y las de mis hermanos obispos y todos los miembros de la iglesia, a las víctimas de esta tragedia y a la ciudad de Las Vegas", dijo el cardenal.

"Nuestros corazones están con todos", el obispo Joseph A. Pepe de Las Vegas dijo en un comunicado. "Estamos orando por aquellos que han sido heridos, por quienes han perdido la vida, por el personal médico y socorristas, quienes con valentía y abnegación, han ayudado a tantos.

"También estamos muy conmovidos por las historias de todos los que se ayudaban unos a otros en ese momento de crisis. Como nos recuerda el Evangelio, somos llamados a ser buenos samaritanos hoy en día", añadió. "Continuamos orando por todos en Las Vegas y en todo el mundo cuyas vidas son destrozadas a diario por hechos de violencia".

También dijo que un servicio de oración interreligiosa iba a realizarse por la tarde en la Catedral de los Ángeles de la Guarda, en la ciudad, e invitó a "nuestros hermanos y hermanas alrededor del mundo a unirse en oración por sanación y por el fin a la violencia."

En un telegrama al obispo Pepe, el cardenal Pietro Parolin, secretario de estado del Vaticano, dijo que el papa Francisco estaba "profundamente entristecido al enterarse de la balacera en Las Vegas" y "asegura su cercanía espiritual a todos los afectados por esta tragedia sin sentido". "Elogia los esfuerzos de la policía y del personal de servicio de emergencia y ofrece la promesa de sus oraciones por los heridos y por todos los que han muerto confiándolos al misericordioso amor de Dios Todopoderoso," dijo el cardenal.

La lluvia de disparos provenía de una habitación en el piso 32 del complejo del hotel casino Mandalay Bay de las Vegas Strip. Una vez que los agentes de la policía determinaron de donde salían los disparos, irrumpieron en la habitación y mataron al sospechoso, dijo a la prensa Joseph Lombardo, sheriff del Condado de Clark.

El sospechoso, identificado más tarde como Paddock era de Mesquite, Nevada, localizada aproximadamente 80 millas al noreste de Las Vegas y fue descrito en informes subsecuentes como un contador jubilado. Reportajes noticiosos también indican que la policía creía que el sospechoso fue un "lobo solitario" en la planificación y al llevar a cabo el ataque.

En su declaración, el cardenal DiNardo dijo: "en este momento, necesitamos orar y cuidar de los que sufren. Al final, la única respuesta es hacer el bien, ya que no importa cuanta oscuridad, esta nunca superará a la luz. Que el Señor de toda dulzura rodee a todos aquellos que sufren por este mal, y oramos por quienes han sido asesinados, concédeles el descanso eterno, oh Señor, y que la luz perpetua brille sobre ellos."