Hay una frase que a casi nadie le gustan oír: “Se lo dije.” A menudo estas palabras siguen alguna predicción que no esperamos que cumpliría. Es una reacción muy humana. Porque en realidad, ¿a quién le gusta estar equivocado?

No hay duda que los discípulos se sintieron destrozados por la muerte de Jesucristo en el Viernes Santo. Él lo había predicho muchas veces, como nos dicen las Escrituras. Pero no le entendían o, quizás, no creían su predicción. Recordémonos estas palabras en los cuatro Evangelios:

-   Y Jesús les dijo: “El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día (Lucas 9:22).”

-   Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitar.  Y les decía estas palabras claramente… (Marcos 8:31-32).

-   Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar a Sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día (Mateo 16:21).

-   Jesús les respondió: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.” Entonces los judíos dijeron: “En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y Tú lo levantarás en tres días?”

-   Pero Él hablaba del templo de Su cuerpo. Por eso, cuando resucitó de los muertos, Sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado (Juan 2:19-22).

Jesús no solo predijo su pasión y muerte en estos pasajes de los Evangelios. También habló de su resurrección. Pero, después de la resurrección los discípulos “todavía no habían entendido la Escritura de que Jesús debía resucitar de entre los muertos (Juan 20:9).” Jesús les había dicho “después de que Yo haya resucitado, iré delante de ustedes a Galilea (Mateo 26:32).”

Cuando las mujeres fueron a la tumba en la mañana de ese primer Domingo de Pascua, se encontraron con un ángel adentro, en lugar del cuerpo de Cristo. “No está aquí, porque ha resucitado, tal como El dijo (Mateo 28:6).” Jesús apareció a sus discípulos varias veces después de su resurrección. “Por eso, cuando resucitó de los muertos, Sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado (Juan 2:22).” “Ellas se acordaron de Sus palabras (Lucas 24:8).”

Jesús les pudiera haber dicho “Les dije.” Pero no lo hizo. Jesús les pudiera haber regañado por su falta de entendimiento. Pero no lo hizo. Jesús pudo haber guardado resentimiento por su falta de fe. Pero no lo hizo. En vez de eso, él dijo, “Paz esté con ustedes.” En vez de eso dijo, “No persistan en no creer pero crean (Juan 20:19).” En vez de decir “Les dije” dijo, “Como el Padre Me ha enviado, así también Yo los envío (Juan 20:21).”

Por su vida y ministerio público, Jesús solo pidió una cosa de sus discípulos: fe. “Yo soy la resurrección y la vida;” proclamó Jesús. “Él que cree en Mí, aunque muera, vivirá (Juan 11:25).” En la Pascua, Jesús, el Señor Resucitado, cumple esas palabras. La resurrección de Jesús fue y sigue siendo el mayor triunfo de nuestra fe cristiana. En la gloria que es la Pascua, Jesús, el Señor Resucitado realmente cambia esas palabras “se lo dije” --- a ser la frase más alegre que la humanidad podría esperar oír. ¡“Creamos” y que tengan felices Pascuas!

El Más Reverendo David M. O’Connell, C.M.

Obispo de Trenton