Sínodo sobre el Amazonas tiene lecciones para Iglesia de la Diócesis de Trenton

December 16, 2019 at 1:05 p.m.
Sínodo sobre el Amazonas tiene lecciones para Iglesia de la Diócesis de Trenton
Sínodo sobre el Amazonas tiene lecciones para Iglesia de la Diócesis de Trenton

EmmaLee Italia

Para el padre de la Divina Palabra, Guilherme Andrino, las ideas y preocupaciones que han salido del Sínodo sobre el Amazonas evocan ambos algo único y algo familiar.

“El mensaje más integral para todos nosotros, creo, es dialogar unos con otros”, dijo el padre Andrino, vicario parroquial de la Parroquia San Antonio Claret, Lakewood. “Nuestra Diócesis es muy diversa en cuanto la cultura y estamos llamados a estar abiertos a las riquezas que todos tenemos”.

Al mismo momento, siguió que todos tienen la responsabilidad de “evaluar cómo cuidamos a la creación de Dios, nuestra casa común… Muchas personas me decían que rezaban por el Amazonas cuando el bosque estaba quemando. Somos gente que reza unos por los demás. Reconocemos las luchas del prójimo”.

La diversidad de la Diócesis de Trenton, enfatizó el padre Andrino, hace eco de la del Amazonas, compuesta de varias tradiciones, culturas y costumbres. “Mucha de nuestra gente lucha día tras día a solo ser quienes son porque tienen el miedo de que sus hermanos y hermanas no los van a entender”.

El Sínodo sobre el Amazonas dijo el sacerdote, “es una invitación a la inculturación, al aceptar una relación más profunda con el prójimo, y también es una oportunidad para aprender sobre personas que comparten la misma fe, leen el mismo Evangelio y reciben el mismo Cuerpo de Cristo. Tal vez se visten diferentemente, tal vez comen comidas diferentes, tal vez les gusta otro ritmo de música – pero todos son una creación de Dios y están en búsqueda de la salvación de Dios”.

TRASLADANDO NUEVE PAÍSES y tres millones de millas cuadradas, la región del Amazonas es enorme comparado con la Diócesis de Trenton. La Diócesis de Trenton goza con 99 parroquias mientras la región del Amazonas consiste en 3 millones de indígenas componiendo casi 400 tribus y nacionalidades establecidas en 79 diócesis católicas con muchas comunidades litúrgicas separadas por muchas horas de distancia.

“Un sacerdote parroquial a veces puede recorrer a más de 30 capillas/comunidades”, explicó el padre Andrino. “Demora meses y hasta años poder llegar a todas. Cuando un sacerdote llega a esos lugares lejanos, hace todo que puede durante la visita: Misa, bautismos, matrimonios, visitas a los enfermos y la formación. Es un horario diario muy lleno”.

A menudo el acceso está hecho más difícil por malas condiciones de las calles y caminos, especialmente durante la temporada de las lluvias. Por eso, muchas veces el sacerdote tiene que viajar por barco. “Unos sacerdotes amigos míos asignados al Amazonas viven parte del año en un barco”, dijo. “Viajan, duermen y se bañan en los barcos. Sin embargo, la alegría y el entusiasmo de los fieles cuando reciben al representante de la Iglesia vale la pena”.

El padre Andrino creció en el sur de Brasil lejos de la región del Amazonas. Estresó que el Sínodo sobre la región está ayudando unir dos lemas. Ambas tienen que ver con la gratitud.

“A pesar de ver la escasez de sacerdotes comparado a años pasados, el sínodo nos invita, aquí en la Diócesis, a agradecerle a Dios por los sacerdotes que tenemos”, Somos bendecidos poder tener todas las Misas en las parroquias cada semana y en varios idiomas. También, debemos estar agradecidos por los lideres laicos de la Diócesis que están bien formados y que ofrecen una formación excelente a todas nuestras parroquias”.

La Iglesia del Amazonas depende fuertemente de los líderes comunitarios, nota el padre Andrino, que sirven como ministros extraordinarios de la Eucaristía y celebran la Liturgia de la Palabra en los fines de semana cuando ningún sacerdote está disponible.

“Ellos aseguran el bienestar de la comunidad eclesial… ellos también se encargan de toda la preparación de los matrimonios, los bautismos, etc. – para que cuando un sacerdote llegue, él administra los Sacramentos”.

Padre Andrino ha servido siete años en la Parroquia Nuestra Señora del Pastor Divino-Bendito Sacramento, Trenton y  ahora tiene cinco años en la Parroquia San Antonio Claret, Lakewood. Antes de estos nombramientos diocesanos, el padre ministraba a la comunidad afro-brasilera de Brasil, los Quilombos, comunidades primeramente establecidas por personas que escaparon la esclavitud en Brasil.

“Yo siempre he trabajado en comunidades multiculturales. Eso me ha ayudado tener un oído atento a las necesidades del pueblo y de los humildes”, explicó. “A pesar de que el sínodo se trata más sobre los asuntos de región del Amazonas, no dudo que sean tan diferentes que los asuntos que afrontamos en cada lugar donde la Iglesia Católica está presente: la escasez de las vocaciones sacerdotales, la pobreza, la corrupción y la migración. Para mía, el sínodo nos urge reconocer la dignidad del Pueblo y la creación de Dios; me invita a mí tener un espíritu de escuchar y discernimiento”.

El padre Andrino conoce bien las amenazas hacia los recursos naturales y las personas del Amazonas y la explotación de ambas cosas.

“Hablar del Amazonas va más allá que los árboles y ríos”, dijo. “Cada año, más y más de gente pobre está amenazada por los dueños de fincas grandes y compañías; está esforzada a abandonar sus terrenos y hogares. Si no, sufren las consecuencias – queman las casas, dañan a las familias, contaminan los aguas y los líderes comunitarios y misioneros están asesinados por su fe”.

Los indígenas están perdiendo sus derechos a tener su propio terreno, algo muy importante para que sus tradiciones además de su sustento sobrevivan. La presencia de la Iglesia Católica en la región del Amazonas ha ayudado, dijo el padre, mantener un dialogo entre tradiciones distintas de la fe además de defender los derechos humanos de los indígenas pobres.

“Estoy cierto de que si no estuviéramos, hoy no habría de qué hablar- todo ya estaría destruido”, dijo el padre Andrino. “Nosotros, como Iglesia, tenemos no sólo una autoridad espiritual sino también moral cuando nos metemos para ayudar al pueblo, cuando la Iglesia habla en contra de todo tipo de maldad en el área. La gente local lo sabe, confía en nosotros. Para mí, es lo que el Evangelio nos llama hacer”.

El Sínodo sobre el Amazonas, dijo Andrino, ha presentado preguntas que tienen que ver con los desafíos que la Diócesis afronta también.

“¿Cómo podemos ministrar a todos? ¿Cómo podemos evangelizar de una manera mejor”? preguntó. “¿Cómo podemos nosotros, la Iglesia Católica, ser la voz de las personas que no tienen voz pero que viven allá? ¿Cómo podemos valorar lo que los laicos, los indígenas y las otras culturas aportan? ¿Habrá una nueva manera de ser Iglesia para la comunidad local”?

El padre Raimundo Maciel Robero, sacerdote de la Divina Palabra que se dirige de la región del Amazonas de Santarém-Pará, notó que reconocer los costumbres de las personas locales y su respeto innato por los recursos naturales son primordial para el compartir de la fe católica y la preservación de la tierra.

“Los misioneros que visitan estos pueblos respetan su cultura indígena e intercambian experiencias sobre su teología y la doctrina católica – si no, los misioneros no estarían aceptados”, explicó el padre Ribero. “Tenemos que aprender de la población local para conectar con la naturaleza de una manera recíproca; ellos tienen mucho respeto por los ríos, los bosques y los animales”.

Hermano de la Divina Palabra, Jairo Guimaraes, trabaja como abogado en Rondonia de la región del Amazonas. Él dijo que ahora que el mundo empieza a reconocer las amenazas y problemas que plagan el Amazonas, “es necesario avanzar la calidad de las respuestas a estos problemas”.

El hermano Guimaraes sugirió que el sínodo, en su tema, busque “nuevas maneras para la evangelización y la ecología integral” que no es ninguna evangelización de proselitismo  sino “encontrar mecanismos que faciliten que la Iglesia camina, valora los elementos de las culturas locales, en una conexión profunda con la naturaleza”.

“Un sínodo es señal de la esperanza, de la luz y también de un tiempo de evaluación”, dijo el padre Andrino. “He visitado unas parroquias de la región del Amazonas… cada tribu y comunidad es única; comprender y aceptar eso, para mí, enriquece nuestra concepción de la creación de Dios… entender la tradición y la cultura del prójimo nos ayuda a evangelizar mejor”.


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Para el padre de la Divina Palabra, Guilherme Andrino, las ideas y preocupaciones que han salido del Sínodo sobre el Amazonas evocan ambos algo único y algo familiar.

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Al mismo momento, siguió que todos tienen la responsabilidad de “evaluar cómo cuidamos a la creación de Dios, nuestra casa común… Muchas personas me decían que rezaban por el Amazonas cuando el bosque estaba quemando. Somos gente que reza unos por los demás. Reconocemos las luchas del prójimo”.

La diversidad de la Diócesis de Trenton, enfatizó el padre Andrino, hace eco de la del Amazonas, compuesta de varias tradiciones, culturas y costumbres. “Mucha de nuestra gente lucha día tras día a solo ser quienes son porque tienen el miedo de que sus hermanos y hermanas no los van a entender”.

El Sínodo sobre el Amazonas dijo el sacerdote, “es una invitación a la inculturación, al aceptar una relación más profunda con el prójimo, y también es una oportunidad para aprender sobre personas que comparten la misma fe, leen el mismo Evangelio y reciben el mismo Cuerpo de Cristo. Tal vez se visten diferentemente, tal vez comen comidas diferentes, tal vez les gusta otro ritmo de música – pero todos son una creación de Dios y están en búsqueda de la salvación de Dios”.

TRASLADANDO NUEVE PAÍSES y tres millones de millas cuadradas, la región del Amazonas es enorme comparado con la Diócesis de Trenton. La Diócesis de Trenton goza con 99 parroquias mientras la región del Amazonas consiste en 3 millones de indígenas componiendo casi 400 tribus y nacionalidades establecidas en 79 diócesis católicas con muchas comunidades litúrgicas separadas por muchas horas de distancia.

“Un sacerdote parroquial a veces puede recorrer a más de 30 capillas/comunidades”, explicó el padre Andrino. “Demora meses y hasta años poder llegar a todas. Cuando un sacerdote llega a esos lugares lejanos, hace todo que puede durante la visita: Misa, bautismos, matrimonios, visitas a los enfermos y la formación. Es un horario diario muy lleno”.

A menudo el acceso está hecho más difícil por malas condiciones de las calles y caminos, especialmente durante la temporada de las lluvias. Por eso, muchas veces el sacerdote tiene que viajar por barco. “Unos sacerdotes amigos míos asignados al Amazonas viven parte del año en un barco”, dijo. “Viajan, duermen y se bañan en los barcos. Sin embargo, la alegría y el entusiasmo de los fieles cuando reciben al representante de la Iglesia vale la pena”.

El padre Andrino creció en el sur de Brasil lejos de la región del Amazonas. Estresó que el Sínodo sobre la región está ayudando unir dos lemas. Ambas tienen que ver con la gratitud.

“A pesar de ver la escasez de sacerdotes comparado a años pasados, el sínodo nos invita, aquí en la Diócesis, a agradecerle a Dios por los sacerdotes que tenemos”, Somos bendecidos poder tener todas las Misas en las parroquias cada semana y en varios idiomas. También, debemos estar agradecidos por los lideres laicos de la Diócesis que están bien formados y que ofrecen una formación excelente a todas nuestras parroquias”.

La Iglesia del Amazonas depende fuertemente de los líderes comunitarios, nota el padre Andrino, que sirven como ministros extraordinarios de la Eucaristía y celebran la Liturgia de la Palabra en los fines de semana cuando ningún sacerdote está disponible.

“Ellos aseguran el bienestar de la comunidad eclesial… ellos también se encargan de toda la preparación de los matrimonios, los bautismos, etc. – para que cuando un sacerdote llegue, él administra los Sacramentos”.

Padre Andrino ha servido siete años en la Parroquia Nuestra Señora del Pastor Divino-Bendito Sacramento, Trenton y  ahora tiene cinco años en la Parroquia San Antonio Claret, Lakewood. Antes de estos nombramientos diocesanos, el padre ministraba a la comunidad afro-brasilera de Brasil, los Quilombos, comunidades primeramente establecidas por personas que escaparon la esclavitud en Brasil.

“Yo siempre he trabajado en comunidades multiculturales. Eso me ha ayudado tener un oído atento a las necesidades del pueblo y de los humildes”, explicó. “A pesar de que el sínodo se trata más sobre los asuntos de región del Amazonas, no dudo que sean tan diferentes que los asuntos que afrontamos en cada lugar donde la Iglesia Católica está presente: la escasez de las vocaciones sacerdotales, la pobreza, la corrupción y la migración. Para mía, el sínodo nos urge reconocer la dignidad del Pueblo y la creación de Dios; me invita a mí tener un espíritu de escuchar y discernimiento”.

El padre Andrino conoce bien las amenazas hacia los recursos naturales y las personas del Amazonas y la explotación de ambas cosas.

“Hablar del Amazonas va más allá que los árboles y ríos”, dijo. “Cada año, más y más de gente pobre está amenazada por los dueños de fincas grandes y compañías; está esforzada a abandonar sus terrenos y hogares. Si no, sufren las consecuencias – queman las casas, dañan a las familias, contaminan los aguas y los líderes comunitarios y misioneros están asesinados por su fe”.

Los indígenas están perdiendo sus derechos a tener su propio terreno, algo muy importante para que sus tradiciones además de su sustento sobrevivan. La presencia de la Iglesia Católica en la región del Amazonas ha ayudado, dijo el padre, mantener un dialogo entre tradiciones distintas de la fe además de defender los derechos humanos de los indígenas pobres.

“Estoy cierto de que si no estuviéramos, hoy no habría de qué hablar- todo ya estaría destruido”, dijo el padre Andrino. “Nosotros, como Iglesia, tenemos no sólo una autoridad espiritual sino también moral cuando nos metemos para ayudar al pueblo, cuando la Iglesia habla en contra de todo tipo de maldad en el área. La gente local lo sabe, confía en nosotros. Para mí, es lo que el Evangelio nos llama hacer”.

El Sínodo sobre el Amazonas, dijo Andrino, ha presentado preguntas que tienen que ver con los desafíos que la Diócesis afronta también.

“¿Cómo podemos ministrar a todos? ¿Cómo podemos evangelizar de una manera mejor”? preguntó. “¿Cómo podemos nosotros, la Iglesia Católica, ser la voz de las personas que no tienen voz pero que viven allá? ¿Cómo podemos valorar lo que los laicos, los indígenas y las otras culturas aportan? ¿Habrá una nueva manera de ser Iglesia para la comunidad local”?

El padre Raimundo Maciel Robero, sacerdote de la Divina Palabra que se dirige de la región del Amazonas de Santarém-Pará, notó que reconocer los costumbres de las personas locales y su respeto innato por los recursos naturales son primordial para el compartir de la fe católica y la preservación de la tierra.

“Los misioneros que visitan estos pueblos respetan su cultura indígena e intercambian experiencias sobre su teología y la doctrina católica – si no, los misioneros no estarían aceptados”, explicó el padre Ribero. “Tenemos que aprender de la población local para conectar con la naturaleza de una manera recíproca; ellos tienen mucho respeto por los ríos, los bosques y los animales”.

Hermano de la Divina Palabra, Jairo Guimaraes, trabaja como abogado en Rondonia de la región del Amazonas. Él dijo que ahora que el mundo empieza a reconocer las amenazas y problemas que plagan el Amazonas, “es necesario avanzar la calidad de las respuestas a estos problemas”.

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“Un sínodo es señal de la esperanza, de la luz y también de un tiempo de evaluación”, dijo el padre Andrino. “He visitado unas parroquias de la región del Amazonas… cada tribu y comunidad es única; comprender y aceptar eso, para mí, enriquece nuestra concepción de la creación de Dios… entender la tradición y la cultura del prójimo nos ayuda a evangelizar mejor”.

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