'Tantos funerales', dice sacerdote en El Paso que consoló a afligidos
August 22, 2019 at 4:12 p.m.
WASHINGTON (CNS) -- El padre Fabián Márquez era el mejor sacerdote para el peor momento.
Él era uno de varios sacerdotes de El Paso, Texas, a quienes se les pidió que ayudaran como pudieran en las horas después del terrible asalto del 3 de agosto, que dejó doce muertos y varias docenas de heridos en el Walmart de la ciudad fronteriza de Texas.
El papel del padre Márquez era acudir a una escuela primaria en la ciudad que había sido establecida como "centro de reunificación" para los seres queridos de quienes podrían haber estado en peligro durante la matanza.
Según el padre Márquez, él estuvo ahí durante 48 horas seguidas.
Le tocó consolar a familia tras familia cuando la policía les comunicaba que un cónyuge, hijo, o padre, estaba entre los muertos.
Como resultado, el padre Márquez ha celebrado muchos funerales, incluso de católicos que no eran miembros de su iglesia, El Buen Pastor, en las afueras de la ciudad en Sparks, Texas, donde ha servido como párroco los últimos cuatro años.
Cuando Catholic News Service se puso en contacto con él el 16 de agosto, hacía unas horas que había presidido el funeral de André Anchondo. Él y su esposa, Jordan, fallecieron--según la policía-- a manos de Patrick Crucius, cuando protegían a su bebé Paul, de dos meses de edad, de las ráfagas de balas.
Cuando le preguntaron en qué se iba a diferenciar el funeral de André Anchondo, el padre Márquez respondió: “La diferencia de éste, después de tantos --he estado en tantos funerales-- es que pudimos compartir con la familia la pérdida de un joven, un joven que nos mostró el más alto sacrificio, el mayor amor. El mensaje que di ayer es que no hay amor más grande que dar la vida por los amigos --y eso es básicamente lo que hizo. Protegió a su esposa y a su hijito".
Sin embargo, hay algo que une el funeral de Anchondo con el de las demás víctimas. "La tragedia", dijo el padre Márquez. "Es muy trágico que cualquiera que muriera en esta matanza en El Paso tuviera que morir así".
Además de las circunstancias del asesinato de la pareja, los Anchondo recibieron aún más atención de las cámaras cuando el presidente Donald Trump, visitando El Paso la semana después de la matanza, sonrió en fotos con el bebé e hizo un incongruente gesto de aprobación levantando los pulgares.
La familia Anchondo "es una familia en luto, sufriente. Es una familia llena de amor y cariño", dijo el sacerdote. "Cuando estás con ellos, ves no solo su dolor y el sufrimiento por su hijo, sino una familia tan enfocada en el perdón, tan centrada en ser mejores seres humanos, que la muerte de su hijo nos ayuda a unirnos como comunidad, como comunidad de fe, como ciudad y nación, en lugar de promover odio, promoviendo más amor".
El padre Márquez dijo que ha visto que la familia está soportando y llevando su dolor bastante bien en las dos semanas desde el tiroteo.
"Ha sido muy duro para todos nosotros. Muy duro para todos nosotros ver esta tragedia llegar a nuestra sociedad. Realmente nos sacudió. El tirador llegó a nuestra ciudad a dividir. Pero somos más fuertes que nunca. Estamos unidos en oración, unidos en la fe. Somos más fuerte. El Paso es fuerte", le dijo a CNS.
"Con Cristo, todo ha sido más fuerte. Han sido días largos. Sirviendo al pueblo, caminando con el pueblo, orando con el pueblo, pero es muy reconfortante ver que, en medio de nuestra tragedia, Dios está con nosotros. Es verdaderamente una bendición el que Dios está con nosotros al caminar juntos en esta tragedia".
En la parroquia del padre Márquez, donde dice que "solo queda espacio para estar de pie" en el templo con una capacidad de 325 para las cuatro Misas del fin de semana, "éramos muy vulnerables. No estábamos preparados para algo así. Sentíamos que eso nunca podría pasar en una comunidad tan abierta, tan llena de amor, tan atenta a los demás, tan dispuesta a dar lo mejor a cualquiera que venga a nuestra ciudad o que viva en nuestra ciudad. Siempre somos una comunidad que da la bienvenida al forastero", dijo.
Los feligreses de esta parroquia mayoritariamente Latina se han vuelto más cuidadosos y sensibles a las más estrictas políticas de cumplimiento de leyes de inmigración en los dos últimos años.
"En mi comunidad todos estamos preocupados. Todo el mundo está preocupado sobre lo que ha estado ocurriendo. Estos hechos no podrían haber pasado en un momento peor--mexicanos en el punto de mira de un tirador en nuestra comunidad para arrebatar las vidas de nuestros seres queridos", dijo el padre Márquez. "Esto crea más temor, crea más ansiedad, y estos son los sentimientos que está viviendo mi comunidad".
Cualquiera que sean los temores y ansiedades que afectan a sus miembros, él ama su parroquia.
"Mi parroquia es una bella y vibrante comunidad dispuesta a sacrificar sus propias necesidades por los demás. Vivimos el Evangelio de servir a Dios, servir a los demás y dar lo mejor que tenemos por nuestra comunidad, y no sólo por nosotros mismos, sino por toda la ciudad de El Paso", dijo Márquez.
"Salimos en búsqueda de las ovejas heridas y las cuidamos, las atendemos, y se celebra. También creen que cuando ayudamos a los pobres y a los enfermos, estamos ayudando a Jesús", añadió. "Tratamos de dar ejemplo de esto a los demás".
El padre Márquez dijo que había recibido muchos mensajes de apoyo de los feligreses por su papel en aconsejar a los familiares que pasan por este dolor. Pero dijo que para él, "sólo estoy haciendo mi trabajo. Sólo estoy haciendo lo que tiene que hacer un sacerdote".
Ese trabajo no ha terminado. Antes de que cayese la noche, el padre Márquez iba en rumbo a la vigilia de otra víctima de la matanza, Marge Reckard, de 63 años, antes del funeral del día siguiente.
"Éste también es muy especial, porque es una pareja. El esposo, Tony, no tiene familia. Ninguno de los dos tiene familia en El Paso. Es nuestra familia quien va a estar con ellos. El funeral se ha abierto a la comunidad para que se una, para que comparta con ellos", dijo el padre Márquez.
"Vamos a acudir como iglesia. Vamos a estar ahí con él y orar con él, por su esposa. Ha cambiado el lugar. Iba a ser en una funeraria muy pequeña, pero (el funeral) se ha cambiado a una mucho más grande para que el pueblo de El Paso lo pueda acompañar".
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WASHINGTON (CNS) -- El padre Fabián Márquez era el mejor sacerdote para el peor momento.
Él era uno de varios sacerdotes de El Paso, Texas, a quienes se les pidió que ayudaran como pudieran en las horas después del terrible asalto del 3 de agosto, que dejó doce muertos y varias docenas de heridos en el Walmart de la ciudad fronteriza de Texas.
El papel del padre Márquez era acudir a una escuela primaria en la ciudad que había sido establecida como "centro de reunificación" para los seres queridos de quienes podrían haber estado en peligro durante la matanza.
Según el padre Márquez, él estuvo ahí durante 48 horas seguidas.
Le tocó consolar a familia tras familia cuando la policía les comunicaba que un cónyuge, hijo, o padre, estaba entre los muertos.
Como resultado, el padre Márquez ha celebrado muchos funerales, incluso de católicos que no eran miembros de su iglesia, El Buen Pastor, en las afueras de la ciudad en Sparks, Texas, donde ha servido como párroco los últimos cuatro años.
Cuando Catholic News Service se puso en contacto con él el 16 de agosto, hacía unas horas que había presidido el funeral de André Anchondo. Él y su esposa, Jordan, fallecieron--según la policía-- a manos de Patrick Crucius, cuando protegían a su bebé Paul, de dos meses de edad, de las ráfagas de balas.
Cuando le preguntaron en qué se iba a diferenciar el funeral de André Anchondo, el padre Márquez respondió: “La diferencia de éste, después de tantos --he estado en tantos funerales-- es que pudimos compartir con la familia la pérdida de un joven, un joven que nos mostró el más alto sacrificio, el mayor amor. El mensaje que di ayer es que no hay amor más grande que dar la vida por los amigos --y eso es básicamente lo que hizo. Protegió a su esposa y a su hijito".
Sin embargo, hay algo que une el funeral de Anchondo con el de las demás víctimas. "La tragedia", dijo el padre Márquez. "Es muy trágico que cualquiera que muriera en esta matanza en El Paso tuviera que morir así".
Además de las circunstancias del asesinato de la pareja, los Anchondo recibieron aún más atención de las cámaras cuando el presidente Donald Trump, visitando El Paso la semana después de la matanza, sonrió en fotos con el bebé e hizo un incongruente gesto de aprobación levantando los pulgares.
La familia Anchondo "es una familia en luto, sufriente. Es una familia llena de amor y cariño", dijo el sacerdote. "Cuando estás con ellos, ves no solo su dolor y el sufrimiento por su hijo, sino una familia tan enfocada en el perdón, tan centrada en ser mejores seres humanos, que la muerte de su hijo nos ayuda a unirnos como comunidad, como comunidad de fe, como ciudad y nación, en lugar de promover odio, promoviendo más amor".
El padre Márquez dijo que ha visto que la familia está soportando y llevando su dolor bastante bien en las dos semanas desde el tiroteo.
"Ha sido muy duro para todos nosotros. Muy duro para todos nosotros ver esta tragedia llegar a nuestra sociedad. Realmente nos sacudió. El tirador llegó a nuestra ciudad a dividir. Pero somos más fuertes que nunca. Estamos unidos en oración, unidos en la fe. Somos más fuerte. El Paso es fuerte", le dijo a CNS.
"Con Cristo, todo ha sido más fuerte. Han sido días largos. Sirviendo al pueblo, caminando con el pueblo, orando con el pueblo, pero es muy reconfortante ver que, en medio de nuestra tragedia, Dios está con nosotros. Es verdaderamente una bendición el que Dios está con nosotros al caminar juntos en esta tragedia".
En la parroquia del padre Márquez, donde dice que "solo queda espacio para estar de pie" en el templo con una capacidad de 325 para las cuatro Misas del fin de semana, "éramos muy vulnerables. No estábamos preparados para algo así. Sentíamos que eso nunca podría pasar en una comunidad tan abierta, tan llena de amor, tan atenta a los demás, tan dispuesta a dar lo mejor a cualquiera que venga a nuestra ciudad o que viva en nuestra ciudad. Siempre somos una comunidad que da la bienvenida al forastero", dijo.
Los feligreses de esta parroquia mayoritariamente Latina se han vuelto más cuidadosos y sensibles a las más estrictas políticas de cumplimiento de leyes de inmigración en los dos últimos años.
"En mi comunidad todos estamos preocupados. Todo el mundo está preocupado sobre lo que ha estado ocurriendo. Estos hechos no podrían haber pasado en un momento peor--mexicanos en el punto de mira de un tirador en nuestra comunidad para arrebatar las vidas de nuestros seres queridos", dijo el padre Márquez. "Esto crea más temor, crea más ansiedad, y estos son los sentimientos que está viviendo mi comunidad".
Cualquiera que sean los temores y ansiedades que afectan a sus miembros, él ama su parroquia.
"Mi parroquia es una bella y vibrante comunidad dispuesta a sacrificar sus propias necesidades por los demás. Vivimos el Evangelio de servir a Dios, servir a los demás y dar lo mejor que tenemos por nuestra comunidad, y no sólo por nosotros mismos, sino por toda la ciudad de El Paso", dijo Márquez.
"Salimos en búsqueda de las ovejas heridas y las cuidamos, las atendemos, y se celebra. También creen que cuando ayudamos a los pobres y a los enfermos, estamos ayudando a Jesús", añadió. "Tratamos de dar ejemplo de esto a los demás".
El padre Márquez dijo que había recibido muchos mensajes de apoyo de los feligreses por su papel en aconsejar a los familiares que pasan por este dolor. Pero dijo que para él, "sólo estoy haciendo mi trabajo. Sólo estoy haciendo lo que tiene que hacer un sacerdote".
Ese trabajo no ha terminado. Antes de que cayese la noche, el padre Márquez iba en rumbo a la vigilia de otra víctima de la matanza, Marge Reckard, de 63 años, antes del funeral del día siguiente.
"Éste también es muy especial, porque es una pareja. El esposo, Tony, no tiene familia. Ninguno de los dos tiene familia en El Paso. Es nuestra familia quien va a estar con ellos. El funeral se ha abierto a la comunidad para que se una, para que comparta con ellos", dijo el padre Márquez.
"Vamos a acudir como iglesia. Vamos a estar ahí con él y orar con él, por su esposa. Ha cambiado el lugar. Iba a ser en una funeraria muy pequeña, pero (el funeral) se ha cambiado a una mucho más grande para que el pueblo de El Paso lo pueda acompañar".