Las escuelas católicas: ‘nuestra mejor y mayor herencia’

Una reflexión del obispo David M. O'Connell, C.M.
August 13, 2019 at 10:50 p.m.
Las escuelas católicas: ‘nuestra mejor y mayor herencia’
Las escuelas católicas: ‘nuestra mejor y mayor herencia’

Bishop David M. O'Connell, C.M.

Las escuelas católicas: ‘nuestra mejor y mayor herencia’

Hay muchas escuelas públicas y católicas maravillosas en New Jersey que educan muy bien a nuestros niños. Los padres de familia optan por las escuelas “católicas” PORQUE ellos son católicos. Con todo el debido respeto a las escuelas públicas, hay y deber haber una diferencia.

En la Diócesis de Trenton, hay 39 escuelas primarias católicas y 11 escuelas secundarias católicas que proveen una educación excelente a los más de 15,100 estudiantes. Al optar por estas escuelas católicas, los padres frecuentemente se sacrifican bastante económicamente. Sin embargo, hay menos matrículas y esto ha sido la realidad desde hace tiempo ya.

Un artículo actual en NJ.com “Estas son todas las escuelas católicas que se cierran o se unen este año”, posteado el 11 de junio 2019, notó que las menos matrículas y el estrés económico subsecuente   en los patrocinadores parroquiales han resultado en las decisiones de cerrar o unir escuelas católicas. Aquí en nuestra Diócesis, una escuela católica se cerró este año, otras dos se unieron y una tercera se convirtió de una escuela regional diocesana a una escuela parroquial católica.

La Diócesis ha estudiado la situación de todas nuestras primarias católicas extensivamente y ha producido dos reportes sobre la sostenibilidad de la escuela católica – uno en el 2013 y otro en el 2018 – con la meta de desarrollar criterios y un plan para “sostener” y mantener abiertas nuestras escuelas católicas donde sea posible en lugar de cerrarlas.

Dado el aumento consistente de costos al proveer una educación que sea fielmente católica y académicamente excelente, y el peso de los impuestos escolares y terrenales que afrontan todas las familias en New Jersey, la idea de enviar a niños a las escuelas católicas en lugar de las escuelas públicas apoyadas por los impuestos se ha convertido en algo problemático para nuestras familias católicas. Otro artículo reciente posteado a NJ.com – “los 30 pueblos de New Jersey con los impuestos escolares más altos”, del 3 de agosto, 2019 – observó que New Jersey tiene los impuestos de propiedad más altos del país” y que “los impuestos escolares constituyen un 52% de ellos”. Los cupones disponibles para la escuela no-pública (por opción de los padres) han ayudado en otros estados y las iniciativas de becas ciertamente ayudarían a nosotros, pero desafortunadamente no parecen ser ninguna posibilidad en el futuro para los padres católicos en New Jersey.

Como un obispo diocesano que ha pasado casi toda de su vida sacerdotal de alguna forma en la educación católica, los desafíos actuales para proveer y sostener nuestras escuelas católicas, a pesar de las cargas económicas que tienen que ver, me preocupan mucho. Y, todavía, nuestras familias católicas no pueden perder la esperanza. Las escuelas católicas en la Diócesis de Trenton son una opción excelente y una inversión tremenda en nuestro futuro.

Durante el verano pasado, pasé mucho tiempo investigando “la situación de la escuela católica” en otras arqui/diócesis. Las razones a favor de optar por las escuelas católicas en ellas y en la nuestra Diócesis son bastantes convincentes. Entre ellas:

  1. Las escuelas católicas (y otros programas católicos de educación religiosa donde no hay) ofrecen la mejor manera diariamente para enseñar y promover la fe católica, construyendo sobre la fundación creada por los padres y familias católicos; “los estudiantes de escuelas católicas suelen rezar diariamente más regularmente, asisten a Misa con más frecuencia, mantienen una identidad católica como adulto … (de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, “Nuestra mayor y mejor herencia: escuelas católicas y la opción de los padres);
  2. Las escuelas católicas proveen “valores fuertes” atestiguados por los profesores de las escuelas católicas (de Georgetown University, CARA Institute);
  3. Las escuelas católicas crean una comunidad católica y una razón/propuesta en común para las familias de las parroquias/regiones;
  4. Las escuelas católicas ofrecen una educación excelente de alta calidad demostrada por los resultados: índices altos consistentes (un 99 por ciento de los estudiantes de escuelas católicas gradúan), presentación en los exámenes nacionales y estandarizadas comparada a las escuelas públicas y unas otras escuelas privadas (promedios de ACT están arriba de un 75%), índices altos de ingreso, y la graduación eventual en las universidades y colegios, el éxito de estudiantes de grupos minoritarios;
  5. Las escuelas católicas proveen atención más personal a los estudiantes y desarrollan la disciplina personal.

Estas reivindicaciones y muchas otras no solamente representan ninguna “lista de deseos” o “ilusiones con esperanza”. Los datos disponibles compilados por las investigaciones nacionales, estatales y regionales las afirman, demostrando la diferencia que crea matricularse en y asistir a una escuela católica.

¿Tienen sentido estas reivindicaciones para cada estudiante o exalumnos de escuelas católicas? Claro que no. ¿Tendrán las escuelas católicas los asuntos y problemas que otras escuelas y la sociedad contemporánea? Sin duda. Y hay muchas razones por qué. Pero el éxito, cuando identificado y establecido, se ve por su propia cuenta. El hecho es que LAS ESCUELAS CATÓLICAS HAN CREADO Y SIGUEN CREANDO UNA DIFERENCIA en las vidas de los estudiantes católicos, y sus familias, y han contribuido históricamente y fuertemente a la Iglesia Católica en nuestro país – “nuestra mejor y mayor herencia”, según la Conferencia de Obispo Católicos de los Estados Unidos – a la educación primaria y secundaria en general, y a la plena sociedad estadounidense. Las escuelas católicas valen el precio y el sacrificio porque valen nuestros niños católicos y su presente/futuro.

Visite una escuela católica. Conozca y sienta el ambiente, “el sentimiento”. Observe a los estudiantes de la escuela católica y como se interrelacionan entre ellos y con sus profesores dentro y fuera del salón. ¿Se darán cuenta que son partes de algo más allá que ellos mismos? Hable con los administradores, la facultad y el personal. ¿Tendrán ese mismo sentido que los alumnos? Pregúnteles porque trabajan ahí y no en alguna otra escuela con mayor salario y beneficios. ¿Les dará mucha satisfacción trabajar en las escuelas católicas? ¿Considerarán que solo ‘trabajan’ o, tal vez, ‘responden a algún llamado’?

Pregunte a los profesores de la escuela católica por qué firmen una declaración de testimonio cristiano delineando las normas de su empleo – sean maestros de religión o cualquier materia. Para trabajar por y en una institución de la Iglesia Católica, ellos se comprometen a atestiguar y apoyar las enseñanzas institucionales de la Iglesia como la comunidad católica. Y como parte de la comunidad católica y haberse comprometido al firmar el documento, ¿pensarán que la escuela católica no les llamará la atención si no lo cumplen? ¿Los estudiantes estarán aprendiendo rezar, vivir y amar su fe católica, para poder “practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con el Señor” (Miqueas 6:8)? El contenido de estas preguntas y las respuestas en una escuela católica son la base de lo que hace una escuela verdaderamente católica.

Puede ser que algunas escuelas católicas no sobreviven en su forma actual, desafortunadamente. Es la triste realidad. Las matrículas siguen disminuyéndose y los ingresos también como resultado. Los costos se subirán tal vez al punto cuando las parroquias o hasta la Diócesis no las pueden mantener abiertas más. Otras cargas que afronten las familias pueden esforzarlas escoger otras opciones escolares. Quizás – y esto me cuesta admitir – la cultura contemporánea hará que la fe católica sea menos relevante o reemplazarla fácilmente con valores o preferencias seculares.

Pero, para los católicos que creen que la educación católica y las escuelas católicas hacen una diferencia, quienes quieren que la educación católica y las escuelas católicas sobrevivan y prosperen, quienes buscan a la educación católica y las escuelas católicas para  puedan fortalecerse, desarrollarse y compartir la fe católica, las escuelas católicas seguirán como nuestra “mejor y mayor herencia”, un tesoro que se debe preservar y valorar, un “faro de fe y esperanza y amor” en un mundo que parece estar perdido. Las escuelas católicas hacen eco a la voz del Señor Jesucristo en el Evangelio a su Iglesia: “vayan y prediquen a todas las naciones” (Mateo 28:19). Sigamos haciendo eso a través de nuestras escuelas católicas en la Diócesis de Trenton.


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Hay muchas escuelas públicas y católicas maravillosas en New Jersey que educan muy bien a nuestros niños. Los padres de familia optan por las escuelas “católicas” PORQUE ellos son católicos. Con todo el debido respeto a las escuelas públicas, hay y deber haber una diferencia.

En la Diócesis de Trenton, hay 39 escuelas primarias católicas y 11 escuelas secundarias católicas que proveen una educación excelente a los más de 15,100 estudiantes. Al optar por estas escuelas católicas, los padres frecuentemente se sacrifican bastante económicamente. Sin embargo, hay menos matrículas y esto ha sido la realidad desde hace tiempo ya.

Un artículo actual en NJ.com “Estas son todas las escuelas católicas que se cierran o se unen este año”, posteado el 11 de junio 2019, notó que las menos matrículas y el estrés económico subsecuente   en los patrocinadores parroquiales han resultado en las decisiones de cerrar o unir escuelas católicas. Aquí en nuestra Diócesis, una escuela católica se cerró este año, otras dos se unieron y una tercera se convirtió de una escuela regional diocesana a una escuela parroquial católica.

La Diócesis ha estudiado la situación de todas nuestras primarias católicas extensivamente y ha producido dos reportes sobre la sostenibilidad de la escuela católica – uno en el 2013 y otro en el 2018 – con la meta de desarrollar criterios y un plan para “sostener” y mantener abiertas nuestras escuelas católicas donde sea posible en lugar de cerrarlas.

Dado el aumento consistente de costos al proveer una educación que sea fielmente católica y académicamente excelente, y el peso de los impuestos escolares y terrenales que afrontan todas las familias en New Jersey, la idea de enviar a niños a las escuelas católicas en lugar de las escuelas públicas apoyadas por los impuestos se ha convertido en algo problemático para nuestras familias católicas. Otro artículo reciente posteado a NJ.com – “los 30 pueblos de New Jersey con los impuestos escolares más altos”, del 3 de agosto, 2019 – observó que New Jersey tiene los impuestos de propiedad más altos del país” y que “los impuestos escolares constituyen un 52% de ellos”. Los cupones disponibles para la escuela no-pública (por opción de los padres) han ayudado en otros estados y las iniciativas de becas ciertamente ayudarían a nosotros, pero desafortunadamente no parecen ser ninguna posibilidad en el futuro para los padres católicos en New Jersey.

Como un obispo diocesano que ha pasado casi toda de su vida sacerdotal de alguna forma en la educación católica, los desafíos actuales para proveer y sostener nuestras escuelas católicas, a pesar de las cargas económicas que tienen que ver, me preocupan mucho. Y, todavía, nuestras familias católicas no pueden perder la esperanza. Las escuelas católicas en la Diócesis de Trenton son una opción excelente y una inversión tremenda en nuestro futuro.

Durante el verano pasado, pasé mucho tiempo investigando “la situación de la escuela católica” en otras arqui/diócesis. Las razones a favor de optar por las escuelas católicas en ellas y en la nuestra Diócesis son bastantes convincentes. Entre ellas:

  1. Las escuelas católicas (y otros programas católicos de educación religiosa donde no hay) ofrecen la mejor manera diariamente para enseñar y promover la fe católica, construyendo sobre la fundación creada por los padres y familias católicos; “los estudiantes de escuelas católicas suelen rezar diariamente más regularmente, asisten a Misa con más frecuencia, mantienen una identidad católica como adulto … (de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, “Nuestra mayor y mejor herencia: escuelas católicas y la opción de los padres);
  2. Las escuelas católicas proveen “valores fuertes” atestiguados por los profesores de las escuelas católicas (de Georgetown University, CARA Institute);
  3. Las escuelas católicas crean una comunidad católica y una razón/propuesta en común para las familias de las parroquias/regiones;
  4. Las escuelas católicas ofrecen una educación excelente de alta calidad demostrada por los resultados: índices altos consistentes (un 99 por ciento de los estudiantes de escuelas católicas gradúan), presentación en los exámenes nacionales y estandarizadas comparada a las escuelas públicas y unas otras escuelas privadas (promedios de ACT están arriba de un 75%), índices altos de ingreso, y la graduación eventual en las universidades y colegios, el éxito de estudiantes de grupos minoritarios;
  5. Las escuelas católicas proveen atención más personal a los estudiantes y desarrollan la disciplina personal.

Estas reivindicaciones y muchas otras no solamente representan ninguna “lista de deseos” o “ilusiones con esperanza”. Los datos disponibles compilados por las investigaciones nacionales, estatales y regionales las afirman, demostrando la diferencia que crea matricularse en y asistir a una escuela católica.

¿Tienen sentido estas reivindicaciones para cada estudiante o exalumnos de escuelas católicas? Claro que no. ¿Tendrán las escuelas católicas los asuntos y problemas que otras escuelas y la sociedad contemporánea? Sin duda. Y hay muchas razones por qué. Pero el éxito, cuando identificado y establecido, se ve por su propia cuenta. El hecho es que LAS ESCUELAS CATÓLICAS HAN CREADO Y SIGUEN CREANDO UNA DIFERENCIA en las vidas de los estudiantes católicos, y sus familias, y han contribuido históricamente y fuertemente a la Iglesia Católica en nuestro país – “nuestra mejor y mayor herencia”, según la Conferencia de Obispo Católicos de los Estados Unidos – a la educación primaria y secundaria en general, y a la plena sociedad estadounidense. Las escuelas católicas valen el precio y el sacrificio porque valen nuestros niños católicos y su presente/futuro.

Visite una escuela católica. Conozca y sienta el ambiente, “el sentimiento”. Observe a los estudiantes de la escuela católica y como se interrelacionan entre ellos y con sus profesores dentro y fuera del salón. ¿Se darán cuenta que son partes de algo más allá que ellos mismos? Hable con los administradores, la facultad y el personal. ¿Tendrán ese mismo sentido que los alumnos? Pregúnteles porque trabajan ahí y no en alguna otra escuela con mayor salario y beneficios. ¿Les dará mucha satisfacción trabajar en las escuelas católicas? ¿Considerarán que solo ‘trabajan’ o, tal vez, ‘responden a algún llamado’?

Pregunte a los profesores de la escuela católica por qué firmen una declaración de testimonio cristiano delineando las normas de su empleo – sean maestros de religión o cualquier materia. Para trabajar por y en una institución de la Iglesia Católica, ellos se comprometen a atestiguar y apoyar las enseñanzas institucionales de la Iglesia como la comunidad católica. Y como parte de la comunidad católica y haberse comprometido al firmar el documento, ¿pensarán que la escuela católica no les llamará la atención si no lo cumplen? ¿Los estudiantes estarán aprendiendo rezar, vivir y amar su fe católica, para poder “practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con el Señor” (Miqueas 6:8)? El contenido de estas preguntas y las respuestas en una escuela católica son la base de lo que hace una escuela verdaderamente católica.

Puede ser que algunas escuelas católicas no sobreviven en su forma actual, desafortunadamente. Es la triste realidad. Las matrículas siguen disminuyéndose y los ingresos también como resultado. Los costos se subirán tal vez al punto cuando las parroquias o hasta la Diócesis no las pueden mantener abiertas más. Otras cargas que afronten las familias pueden esforzarlas escoger otras opciones escolares. Quizás – y esto me cuesta admitir – la cultura contemporánea hará que la fe católica sea menos relevante o reemplazarla fácilmente con valores o preferencias seculares.

Pero, para los católicos que creen que la educación católica y las escuelas católicas hacen una diferencia, quienes quieren que la educación católica y las escuelas católicas sobrevivan y prosperen, quienes buscan a la educación católica y las escuelas católicas para  puedan fortalecerse, desarrollarse y compartir la fe católica, las escuelas católicas seguirán como nuestra “mejor y mayor herencia”, un tesoro que se debe preservar y valorar, un “faro de fe y esperanza y amor” en un mundo que parece estar perdido. Las escuelas católicas hacen eco a la voz del Señor Jesucristo en el Evangelio a su Iglesia: “vayan y prediquen a todas las naciones” (Mateo 28:19). Sigamos haciendo eso a través de nuestras escuelas católicas en la Diócesis de Trenton.

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