Fe en Casa: Ayudando a los niños a afrontar la pérdida mediante la oración y la fe

July 14, 2025 at 10:51 a.m.
foto de pexels
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Por Mariyam Francis, Colaboradora especial

Hablar sobre la muerte con los hijos es uno de los momentos más difíciles que un padre puede enfrentar. Afecta no solo nuestro rol como cuidadores, sino también nuestras creencias más profundas. Sin embargo, frente al dolor, se nos presenta una oportunidad sagrada de guiar a nuestros hijos con amor, verdad y las promesas de nuestra fe católica. Es dentro de este marco espiritual que los niños pueden comenzar a procesar el duelo con la suave luz de la esperanza.

Como adultos, a veces luchamos con la realidad de la muerte, especialmente cuando llega inesperadamente. Para los niños, la muerte es un concepto abstracto y a menudo aterrador. Su dolor puede aflorar a través de lágrimas, confusión, preguntas o incluso silencio. Ayudarlos a navegar estas emociones requiere paciencia, humildad y la gracia del Espíritu Santo.

Conozco este proceso de primera mano. Cuando mi hermano falleció, mi hija solo tenía cinco años. Adoraba a su tío y no podía entender por qué se había ido tan repentinamente. Recuerdo haber recurrido a la oración, pidiendo las palabras adecuadas que la ayudaran a comprender una realidad tan profunda. Poco después, uno de sus peces murió. Entre lágrimas, comentó en silencio: “Creo que no recibió suficiente oxígeno y se asfixió”. Su razonamiento infantil me rompió el corazón, pero me brindó un momento tierno para explicarle la muerte con delicadeza: Sí, cuando el cuerpo de una persona deja de funcionar, ya no puede vivir con nosotros. Pero la parte de ellos que ama, recuerda y siente alegría, su alma vive para siempre con Dios.

Estas breves conversaciones llenas de gracia comenzaron a sembrar semillas de comprensión. Tres años después, cuando falleció otro hermano, mi hija de ocho años dijo: “Estoy triste, pero sé que mi tío se ha unido a la hueste celestial. Ahora está feliz”. Sus palabras me recordaron que las semillas que sembramos en el dolor, cuando se nutren de la fe, pueden florecer en esperanza.

Como padres católicos, tenemos la bendición de una profunda verdad: la muerte no es el final. La resurrección de Jesús nos asegura la vida eterna. Es esta promesa la que se convierte en nuestro fundamento al ayudar a los niños a procesar el duelo.

Aquí hay algunas maneras amables y basadas en la fe para apoyar a su hijo durante una pérdida:

1. Hable con sencillez, veracidad y amabilidad

Los niños necesitan claridad. Evite eufemismos como "se durmió". En su lugar, diga: "Cuando alguien muere, su cuerpo deja de funcionar, pero su alma vive con Dios". Un lenguaje honesto y sencillo genera confianza.

2. Asegúreles la presencia constante de Dios

Recuérdele a su hijo: "Dios siempre está con nosotros, especialmente cuando estamos tristes". Anímelo a orar y hablar con Jesús, quien lloró cuando murió su amigo Lázaro (Juan 11:35). Esto le ayuda a sentirse conocido y comprendido en su dolor.

3. Anímelo a hacer preguntas

Los niños pueden hacer preguntas difíciles o repetidas. Tenga paciencia. Está bien decir: "Esa es una buena pregunta, no estoy seguro de la respuesta ahora mismo. Pero podemos orar al respecto y buscar guía juntos". También puede recordarle a su hijo que no está solo, que su comunidad parroquial está ahí para apoyarlo. Podría sugerirle que se comunique con su párroco o con alguien del equipo de extensión parroquial. Esto le ayudará a comprender que no hay problema en no tener todas las respuestas y que la fe, la oración y la comunidad pueden ser fuentes de consuelo y orientación, especialmente en momentos de duelo.

4. Usen las Escrituras e historias de fe

Lean con ellos Juan 14:1-3, donde Jesús promete prepararnos un lugar en el cielo. Enmarquen la muerte en el contexto de la vida eterna como una continuación, no como un final.

5. Honren su dolor

Cada niño sufre de manera única. Ofrézcanles actividades creativas: dibujar, escribir, encender una vela o rezar por el difunto. Consideren involucrarlos en rituales apropiados para su edad, como asistir a una misa funeral o visitar una tumba.

6. Ofrézcanles consuelo

Los niños en duelo pueden preocuparse por más pérdidas. Tranquilícenlos con una verdad reconfortante: “La mayoría de las personas viven mucho tiempo. Incluso cuando alguien muere, el amor nunca termina. Dios siempre nos sostiene cerca”.

Una última palabra de aliento

Su hijo no necesita que usted tenga todas las respuestas. Lo que más necesita es su presencia, su honestidad y su fe. A través de su ejemplo, aprenden a confiar en Dios con su dolor y a encontrar paz en sus promesas. En los remansos de oración y lectura de las Escrituras, la sanación se arraiga. La fe no alivia el dolor de la pérdida, pero lo transforma en una esperanza que trasciende la muerte. Con la oración y la fe, la sanación comienza y la esperanza perdura.

Mariyam Francis es catequista parroquial en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores-San Antonio, Hamilton.


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Como adultos, a veces luchamos con la realidad de la muerte, especialmente cuando llega inesperadamente. Para los niños, la muerte es un concepto abstracto y a menudo aterrador. Su dolor puede aflorar a través de lágrimas, confusión, preguntas o incluso silencio. Ayudarlos a navegar estas emociones requiere paciencia, humildad y la gracia del Espíritu Santo.

Conozco este proceso de primera mano. Cuando mi hermano falleció, mi hija solo tenía cinco años. Adoraba a su tío y no podía entender por qué se había ido tan repentinamente. Recuerdo haber recurrido a la oración, pidiendo las palabras adecuadas que la ayudaran a comprender una realidad tan profunda. Poco después, uno de sus peces murió. Entre lágrimas, comentó en silencio: “Creo que no recibió suficiente oxígeno y se asfixió”. Su razonamiento infantil me rompió el corazón, pero me brindó un momento tierno para explicarle la muerte con delicadeza: Sí, cuando el cuerpo de una persona deja de funcionar, ya no puede vivir con nosotros. Pero la parte de ellos que ama, recuerda y siente alegría, su alma vive para siempre con Dios.

Estas breves conversaciones llenas de gracia comenzaron a sembrar semillas de comprensión. Tres años después, cuando falleció otro hermano, mi hija de ocho años dijo: “Estoy triste, pero sé que mi tío se ha unido a la hueste celestial. Ahora está feliz”. Sus palabras me recordaron que las semillas que sembramos en el dolor, cuando se nutren de la fe, pueden florecer en esperanza.

Como padres católicos, tenemos la bendición de una profunda verdad: la muerte no es el final. La resurrección de Jesús nos asegura la vida eterna. Es esta promesa la que se convierte en nuestro fundamento al ayudar a los niños a procesar el duelo.

Aquí hay algunas maneras amables y basadas en la fe para apoyar a su hijo durante una pérdida:

1. Hable con sencillez, veracidad y amabilidad

Los niños necesitan claridad. Evite eufemismos como "se durmió". En su lugar, diga: "Cuando alguien muere, su cuerpo deja de funcionar, pero su alma vive con Dios". Un lenguaje honesto y sencillo genera confianza.

2. Asegúreles la presencia constante de Dios

Recuérdele a su hijo: "Dios siempre está con nosotros, especialmente cuando estamos tristes". Anímelo a orar y hablar con Jesús, quien lloró cuando murió su amigo Lázaro (Juan 11:35). Esto le ayuda a sentirse conocido y comprendido en su dolor.

3. Anímelo a hacer preguntas

Los niños pueden hacer preguntas difíciles o repetidas. Tenga paciencia. Está bien decir: "Esa es una buena pregunta, no estoy seguro de la respuesta ahora mismo. Pero podemos orar al respecto y buscar guía juntos". También puede recordarle a su hijo que no está solo, que su comunidad parroquial está ahí para apoyarlo. Podría sugerirle que se comunique con su párroco o con alguien del equipo de extensión parroquial. Esto le ayudará a comprender que no hay problema en no tener todas las respuestas y que la fe, la oración y la comunidad pueden ser fuentes de consuelo y orientación, especialmente en momentos de duelo.

4. Usen las Escrituras e historias de fe

Lean con ellos Juan 14:1-3, donde Jesús promete prepararnos un lugar en el cielo. Enmarquen la muerte en el contexto de la vida eterna como una continuación, no como un final.

5. Honren su dolor

Cada niño sufre de manera única. Ofrézcanles actividades creativas: dibujar, escribir, encender una vela o rezar por el difunto. Consideren involucrarlos en rituales apropiados para su edad, como asistir a una misa funeral o visitar una tumba.

6. Ofrézcanles consuelo

Los niños en duelo pueden preocuparse por más pérdidas. Tranquilícenlos con una verdad reconfortante: “La mayoría de las personas viven mucho tiempo. Incluso cuando alguien muere, el amor nunca termina. Dios siempre nos sostiene cerca”.

Una última palabra de aliento

Su hijo no necesita que usted tenga todas las respuestas. Lo que más necesita es su presencia, su honestidad y su fe. A través de su ejemplo, aprenden a confiar en Dios con su dolor y a encontrar paz en sus promesas. En los remansos de oración y lectura de las Escrituras, la sanación se arraiga. La fe no alivia el dolor de la pérdida, pero lo transforma en una esperanza que trasciende la muerte. Con la oración y la fe, la sanación comienza y la esperanza perdura.

Mariyam Francis es catequista parroquial en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores-San Antonio, Hamilton.

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