Los pobres no pueden seguir esperando justicia y solidaridad, dice el Papa

November 19, 2024 at 10:59 a.m.
Pope Francis greets a woman and child during a lunch in the Vatican audience hall Nov. 19, 2023, the World Day of the Poor. (CNS photo/Vatican Media)
Pope Francis greets a woman and child during a lunch in the Vatican audience hall Nov. 19, 2023, the World Day of the Poor. (CNS photo/Vatican Media) (Vatican Media)

Por Carol Glatz, Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO CNS -- Una fe cristiana que no interpela a los poderosos y no puede generar un compromiso serio de caridad se convierte en una devoción inocua, dijo el Papa Francisco.

“La esperanza cristiana que ha llegado a su plenitud en Jesús y se realiza en su Reino, necesita de nuestro compromiso, necesita de una fe que opere en la caridad, necesita de cristianos que no se hagan los desentendidos”, dijo el Papa el 17 de noviembre, al celebrar la Misa por la Jornada Mundial de los Pobres en la Basílica de San Pedro.

“Es a nosotros a los que su gracia nos hace brillar, es nuestra vida impregnada de compasión y de caridad la que se vuelve un signo de la presencia del Señor, siempre cercano al sufrimiento de los pobres, para sanar sus heridas y cambiar su suerte”, dijo.

Haciendo un llamamiento a toda la Iglesia católica, a todos los gobiernos del mundo y a las organizaciones internacionales, el Papa dijo: “Por favor, no nos olvidemos de los pobres”.

“Y mientras una parte del mundo está condenada a vivir en los sectores marginales de la historia, al tiempo que crecen las desigualdades y la economía castiga a los más débiles, mientras la sociedad se consagra a la idolatría del dinero, sucede que los pobres y los excluidos no pueden hacer otra cosa que continuar esperando”, dijo.

Después de rezar el Ángelus con los reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco destacó la Iglesia en Italia en la Jornada de Oración por las Víctimas y Sobrevivientes de Abusos del 18 de noviembre. El Santo Padre dijo que cada abuso es una traición a la confianza y una traición a la vida, añadiendo que la oración es indispensable para reconstruir la confianza.

A continuación, el Papa se unió a unas 1.300 personas invitadas a la sala de audiencias del Vaticano para compartir el almuerzo. La Cruz Roja Italiana patrocinó el almuerzo, amenizado por su banda de música. Los Padres Vicencianos entregaron a cada uno de los invitados del Papa una mochila con alimentos y artículos de higiene para llevar a casa.

En la Misa, a la que asistieron hombres y mujeres en situación de pobreza y quienes les ayudan, el Papa centró su homilía en “dos realidades: angustia y esperanza. Realidades que siempre están combatiendo dentro de nuestro corazón”.

“La angustia es un sentimiento extendido en nuestra época, donde la comunicación social amplifica los problemas y las heridas, haciendo que el mundo sea más inseguro y el futuro más incierto”, dijo.

Pero, dijo, al contemplar los problemas tan reales del hambre, los horrores de la guerra y la muerte de inocentes, “corremos el riesgo de hundirnos en el desánimo y dejar pasar inadvertida la presencia de Dios dentro del drama de la historia” y condenarnos “a la impotencia”.

Se corre el riesgo de caer en “la inercia de aquellos que, por comodidad o por pereza, piensan que ‘el mundo es así y ‘no hay nada que yo pueda hacer’. Así, incluso la fe cristiana se reduce a una devoción pasiva, que no incomoda a los poderes de este mundo y no produce ningún compromiso concreto en la caridad”, dijo el Papa.

Sin embargo, es precisamente en medio de la oscuridad y la desesperación donde Jesús enciende la esperanza, abriendo el horizonte para que “que aprendamos a acoger, incluso en la precariedad y en el dolor del mundo, la presencia del amor de Dios que se hace cercano, que no nos abandona, que actúa para nuestra salvación”, dijo.

Los cristianos “podemos y debemos encender luces de justicia y de solidaridad mientras se expanden las sombras de un mundo cerrado”, afirmó.

Nuestra fe debe ser una fe “que abre los ojos frente al sufrimiento del mundo y frente a la infelicidad de los pobres, para ejercitar la misma compasión de Cristo”, dijo, pidiendo a los fieles que reflexionen sobre si su corazón se siente movido a mirar, tocar y ayudar concretamente a quienes atraviesan dificultades o si prefieren mirar hacia otro lado.

“La fe cristiana debe suscitar en nosotros una 'mística de ojos abiertos', no una espiritualidad que huye del mundo”, afirmó.

La Iglesia católica no está separada de los pobres “como si la Iglesia existiera como una realidad independiente que luego debe ocuparse de los pobres”, dijo el Papa Francisco. “En realidad, nos volvemos Iglesia de Jesús en la medida en la cual servimos a los pobres”.

El Papa animó a los fieles también a prestar atención a cómo viven cada día, estando atentos a su estilo de vida y al medio ambiente, y a “la búsqueda constante de la justicia, compartiendo nuestros bienes con los más pobres, comprometiéndonos social y políticamente para mejorar la realidad que nos rodea”.

Antes de la Misa, el Papa bendijo 13 llaves de bronce como gesto simbólico de su apoyo al “Proyecto Jubileo de las 13 Casas”, cuyo objetivo es paliar el problema de las personas sin hogar en todo el mundo.

La Famvin Homeless Alliance, una red de órdenes religiosas y organizaciones caritativas inspiradas en San Vicente de Paúl, dijo que las 13 llaves representan a 13 países en los que promoverán soluciones de vivienda durante el Año Santo 2025.

La “Campaña 13 Casas” ha alojado y ayudado a más de 10.000 personas en 70 países desde 2018 y espera que su campaña jubilar anime a más comunidades a involucrarse.

Como parte de la conmemoración de la Jornada Mundial de los Pobres, el Vaticano amplió el horario de su clínica médica gratuita en la Plaza de San Pedro durante la semana, ofreciendo exámenes físicos, vacunas y análisis de sangre a cualquier persona que lo necesite con la ayuda de médicos, enfermeras y técnicos de laboratorio voluntarios.



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“Es a nosotros a los que su gracia nos hace brillar, es nuestra vida impregnada de compasión y de caridad la que se vuelve un signo de la presencia del Señor, siempre cercano al sufrimiento de los pobres, para sanar sus heridas y cambiar su suerte”, dijo.

Haciendo un llamamiento a toda la Iglesia católica, a todos los gobiernos del mundo y a las organizaciones internacionales, el Papa dijo: “Por favor, no nos olvidemos de los pobres”.

“Y mientras una parte del mundo está condenada a vivir en los sectores marginales de la historia, al tiempo que crecen las desigualdades y la economía castiga a los más débiles, mientras la sociedad se consagra a la idolatría del dinero, sucede que los pobres y los excluidos no pueden hacer otra cosa que continuar esperando”, dijo.

Después de rezar el Ángelus con los reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco destacó la Iglesia en Italia en la Jornada de Oración por las Víctimas y Sobrevivientes de Abusos del 18 de noviembre. El Santo Padre dijo que cada abuso es una traición a la confianza y una traición a la vida, añadiendo que la oración es indispensable para reconstruir la confianza.

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En la Misa, a la que asistieron hombres y mujeres en situación de pobreza y quienes les ayudan, el Papa centró su homilía en “dos realidades: angustia y esperanza. Realidades que siempre están combatiendo dentro de nuestro corazón”.

“La angustia es un sentimiento extendido en nuestra época, donde la comunicación social amplifica los problemas y las heridas, haciendo que el mundo sea más inseguro y el futuro más incierto”, dijo.

Pero, dijo, al contemplar los problemas tan reales del hambre, los horrores de la guerra y la muerte de inocentes, “corremos el riesgo de hundirnos en el desánimo y dejar pasar inadvertida la presencia de Dios dentro del drama de la historia” y condenarnos “a la impotencia”.

Se corre el riesgo de caer en “la inercia de aquellos que, por comodidad o por pereza, piensan que ‘el mundo es así y ‘no hay nada que yo pueda hacer’. Así, incluso la fe cristiana se reduce a una devoción pasiva, que no incomoda a los poderes de este mundo y no produce ningún compromiso concreto en la caridad”, dijo el Papa.

Sin embargo, es precisamente en medio de la oscuridad y la desesperación donde Jesús enciende la esperanza, abriendo el horizonte para que “que aprendamos a acoger, incluso en la precariedad y en el dolor del mundo, la presencia del amor de Dios que se hace cercano, que no nos abandona, que actúa para nuestra salvación”, dijo.

Los cristianos “podemos y debemos encender luces de justicia y de solidaridad mientras se expanden las sombras de un mundo cerrado”, afirmó.

Nuestra fe debe ser una fe “que abre los ojos frente al sufrimiento del mundo y frente a la infelicidad de los pobres, para ejercitar la misma compasión de Cristo”, dijo, pidiendo a los fieles que reflexionen sobre si su corazón se siente movido a mirar, tocar y ayudar concretamente a quienes atraviesan dificultades o si prefieren mirar hacia otro lado.

“La fe cristiana debe suscitar en nosotros una 'mística de ojos abiertos', no una espiritualidad que huye del mundo”, afirmó.

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Antes de la Misa, el Papa bendijo 13 llaves de bronce como gesto simbólico de su apoyo al “Proyecto Jubileo de las 13 Casas”, cuyo objetivo es paliar el problema de las personas sin hogar en todo el mundo.

La Famvin Homeless Alliance, una red de órdenes religiosas y organizaciones caritativas inspiradas en San Vicente de Paúl, dijo que las 13 llaves representan a 13 países en los que promoverán soluciones de vivienda durante el Año Santo 2025.

La “Campaña 13 Casas” ha alojado y ayudado a más de 10.000 personas en 70 países desde 2018 y espera que su campaña jubilar anime a más comunidades a involucrarse.

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