En las montañas de Guatemala florecen las vocaciones indígenas
August 28, 2024 at 12:43 p.m.
SAN ANDRÉS SEMETABAJ, Guatemala OSV NEWS – En su niñez, la hermana Marta Yach Cosme veía con interés a unas mujeres dedicadas a los pobres y a Dios en las calles de su pueblo natal de Panajachel. Eran religiosas, distinguidas por su hábito. Yach deseaba ser una de ellas. Pero, a la vez, otros pensamientos le hacían creer que esa no era una opción.
"Mis papás decían que las religiosas venían de una familia que tiene… facilidad económica, y que una religiosa tiene que tener un alto grado académico. Entonces, ¿…podría yo llegar a ser religiosa?", dijo.
A pesar de que Panajachel es un lugar mítico, rodeado de volcanes y vegetación, sus comunidades indígenas y otros pueblos indígenas cercanos al lago Atitlán estaban llenos de pobreza, discriminación y violencia, antes y durante el conflicto armado de Guatemala. Eso impedía la educación de jóvenes como Yacht.
Pero un día ella vio a una extranjera en el pueblo. Era alta, de tez clara y vestía como la mayoría de las mujeres de Panajachel. Llevaba puesto lo que llaman 'traje': una falda y camisa tejida, con un cinturón – el vestido típico de la región.
"¿Y de dónde viene esta mujer religiosa con traje?", se preguntó.
Era la madre Tonia, como se le conocía a la hermana Tonia Maria Orland, una estadounidense de las Hermanas de la Presentación de la Santísima Virgen María. Ella no solo le cambiaría la vida a la joven Yach, sino también el rostro a la vida religiosa en esa parte de Guatemala,
En una reunión para jóvenes de la región, la hermana Orland le dijo a la joven Yach que la vida consagrada era para todos, incluso para indígenas como ella. Ahora la hermana Yach lleva un hábito azul, como el que usaba madre Tonia, que la identifica como Hermana Misionera de la Eucaristía, una congregación de guatemaltecas indígenas fundada por Orland, enfocadas en la Eucaristía, el cuidado de adultos mayores y la atención a jóvenes de pocos recursos. Yach es la madre general.
A comienzos de la década de 1970, cuando la hermana Orland llegó de misionera a Guatemala, inspirada por el Concilio Vaticano II participó en un congreso nacional para promover vocaciones entre comunidades indígenas, cuenta la versión oficial en el libro Biografía de una Religiosa Misionera. A raíz de eso, le escribió al entonces obispo de la diócesis de la zona pidiendo apoyo, que finalmente le fue concedido.
La hermana Orland comenzó instituyendo una rutina diaria enfocada en el Santísimo Sacramento "para tener la fuerza de nuestro Señor" y ayudar en las aldeas pobres de la zona rural y cercanas a Panajachel.
Al respecto, la hermana Angelina Chex, vicaria general de comunidad, explicó: "Nuestra espiritualidad es la adoración a Jesús sacramentado. Tenemos momentos de adoración. Tenemos la Eucaristía todos los días aquí en nuestra capilla. De eso nos alimentamos (para la vida como religiosas)"
Madre Tonia no solo buscaba promover la educación en general, sino también el conocimiento entre las hermanas sobre las comunidades originarias de la zona, para poder servirles.
Las Misioneras de la Eucaristía reciben educación y formación tradicional como religiosas, pero también se les inculca adquirir conocimiento al igual que mostrar respeto por las creencias, costumbres, lenguajes y prácticas de las diferentes comunidades maya de la región.
"Madre Tonia nos dio una formación integral como indígenas", dijo la hermana Yach.
Algunas hermanas usan su conocimiento sobre los beneficios medicinales de plantas o del masaje como medicina alternativa, algo popular en los pueblos originarios en lugares lejanos donde van en misión, indicó la hermana Petronila Coquix, quien forma parte del consejo de la comunidad.
"Es para apoyar a las personas de escasos recursos", dijo la hermana Yach. "Entonces, es ver cuál de esos medios les ayudan también. Y nosotras tenemos que tener ese conocimiento de las plantas medicinales, porque nos vamos a las áreas muy lejanas donde no se puede conseguir un médico. Entonces, (vemos) cómo auxiliar a los enfermos que vamos encontrando en nuestra pastoral", añadió.
Las hermanas también tienen conocimiento de diferentes lenguajes de la región, como el kaqchikel, k'iche' y tz'utujil, y también de cada cultura, desde sus costumbres hasta sus creencias religiosas. La casa madre de la congregación en San Andrés Semetabaj, a corta distancia de Panajachel, está decorada con palabras e imágenes de las culturas dominantes de las hermanas: el mundo indígena y el cristianismo.
En ese espacio se puede apreciar un sagrario con la palabra Ajaw que se traduce a “Señor” en español; una decoración de Santa Kateri Tekakwitha, la primera santa amerindia de la Iglesia católica; y un cuadro de trajes tradicionales de grupos indígenas en Guatemala.
vez al año, las hermanas celebran entre ellas el “día de la cultura”, cuando cada una puede ponerse, en vez del hábito azul, el traje indígena que la identifica con su comunidad ancestral, y así comparten su comida típica y las costumbres y tradiciones con las que crecieron.
Mucho antes, cada quien se ponía en el convento su huipil, una blusa bordada que la identifica como parte de una comunidad específica. Pero ya que algunos huipiles eran más caros que otros, la hermana Orland decidió que todas usarían un mismo traje que las identificaría como Hermanas Misioneras de la Eucaristía y que reflejaría que todas estaban al mismo nivel.
"La mayoría de personas nos admira", dijo la hermana Yach y agregó: "Pero también hay algunas que no. Madre Tonia le dio valor a nuestra cultura".
Transmitir a otros el valor de los pueblos originarios ha tomado tiempo.
Cuando la hermana Orland llegó a Guatemala, el libro sobre su vida muestra que se encontró en un momento propicio en la Iglesia y con un obispo que también quería encontrar un nuevo camino con los pueblos originarios.
"Eso para la Iglesia no ha sido fácil", dijo la hermana Yach. "Pero unos obispos, yo lo digo así, apoyan estas fundaciones indígenas y lo valoran mucho", apuntó.
Gracias a ese apoyo, la comunidad ahora cuenta con 49 hermanas. Algunas han estudiado psicología y teología, o han tomado cursos para servir como maestras, enfermeras, secretarias, y trabajadoras sociales, todo con el propósito de ayudar a las comunidades pobres de sus alrededores.
"Cuando vamos a los pueblos, hablamos en nuestros idiomas a los ancianos que no hablan mucho en castellano… y la gente se siente con confianza", añadió la hermana Coquix. "Yo creo que desde ahí también se sienten ellos valorados, y de esa forma vamos transmitiendo lo que es muy valioso".
Por el nexo con la hermana Orland, la comunidad ha contado con la cercanía de las Hermanas de la Presentación, a quienes les dicen "tías", y ha recibido ayuda de la Fundación Hilton (que también apoya a Global Sisters Report) para poder prestar servicios psicológicos y de educación a los jóvenes en la región, algo que les ha ayudado a crecer, según ellas mismas dicen.
Para sostener los gastos, las hermanas fabrican hostias, tienen un vivero y también operan la Tienda Madre Tonia, donde venden artículos religiosos, a la par de pomadas y óleos medicinales naturales que ellas han creado.
"La madre Tonia dijo que el Espíritu Santo le tocó su corazón viendo la necesidad de nuestro país, pero ella nunca pensó fundar una congregación como lo que somos en este momento", dijo la hermana Yach.
Las hermanas ahora cuentan con misiones en San Pedro Ayampuc, Tamahú, Cobán; Santiago Atitlán y San Andrés Semetabaj, en Sololá; Tecpán, en Chimaltenango; y Joyabaj y Santa Cruz, en El Quiché. Cuando Orland se encontraba muriendo de cáncer en el 2000 y fue a Texas para recibir quimioterapia, propició una conexión para que las hermanas ayudaran en una casa de ancianos en Houston. Ahora cuentan con una misión de tres hermanas en Texas.
"Estamos convencidas que Dios inspiró a la madre Tonia", dice la hermana Chex. "Madre Tonia sigue con nosotros".
Rhina Guidos es corresponsal regional para América Latina de Global Sisters Report.
Nota: Para leer más artículos, entrevistas y columnas de Global Sisters Report en español, vaya a https://www.globalsistersreport.org/es
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Saturday, November 23, 2024
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SAN ANDRÉS SEMETABAJ, Guatemala OSV NEWS – En su niñez, la hermana Marta Yach Cosme veía con interés a unas mujeres dedicadas a los pobres y a Dios en las calles de su pueblo natal de Panajachel. Eran religiosas, distinguidas por su hábito. Yach deseaba ser una de ellas. Pero, a la vez, otros pensamientos le hacían creer que esa no era una opción.
"Mis papás decían que las religiosas venían de una familia que tiene… facilidad económica, y que una religiosa tiene que tener un alto grado académico. Entonces, ¿…podría yo llegar a ser religiosa?", dijo.
A pesar de que Panajachel es un lugar mítico, rodeado de volcanes y vegetación, sus comunidades indígenas y otros pueblos indígenas cercanos al lago Atitlán estaban llenos de pobreza, discriminación y violencia, antes y durante el conflicto armado de Guatemala. Eso impedía la educación de jóvenes como Yacht.
Pero un día ella vio a una extranjera en el pueblo. Era alta, de tez clara y vestía como la mayoría de las mujeres de Panajachel. Llevaba puesto lo que llaman 'traje': una falda y camisa tejida, con un cinturón – el vestido típico de la región.
"¿Y de dónde viene esta mujer religiosa con traje?", se preguntó.
Era la madre Tonia, como se le conocía a la hermana Tonia Maria Orland, una estadounidense de las Hermanas de la Presentación de la Santísima Virgen María. Ella no solo le cambiaría la vida a la joven Yach, sino también el rostro a la vida religiosa en esa parte de Guatemala,
En una reunión para jóvenes de la región, la hermana Orland le dijo a la joven Yach que la vida consagrada era para todos, incluso para indígenas como ella. Ahora la hermana Yach lleva un hábito azul, como el que usaba madre Tonia, que la identifica como Hermana Misionera de la Eucaristía, una congregación de guatemaltecas indígenas fundada por Orland, enfocadas en la Eucaristía, el cuidado de adultos mayores y la atención a jóvenes de pocos recursos. Yach es la madre general.
A comienzos de la década de 1970, cuando la hermana Orland llegó de misionera a Guatemala, inspirada por el Concilio Vaticano II participó en un congreso nacional para promover vocaciones entre comunidades indígenas, cuenta la versión oficial en el libro Biografía de una Religiosa Misionera. A raíz de eso, le escribió al entonces obispo de la diócesis de la zona pidiendo apoyo, que finalmente le fue concedido.
La hermana Orland comenzó instituyendo una rutina diaria enfocada en el Santísimo Sacramento "para tener la fuerza de nuestro Señor" y ayudar en las aldeas pobres de la zona rural y cercanas a Panajachel.
Al respecto, la hermana Angelina Chex, vicaria general de comunidad, explicó: "Nuestra espiritualidad es la adoración a Jesús sacramentado. Tenemos momentos de adoración. Tenemos la Eucaristía todos los días aquí en nuestra capilla. De eso nos alimentamos (para la vida como religiosas)"
Madre Tonia no solo buscaba promover la educación en general, sino también el conocimiento entre las hermanas sobre las comunidades originarias de la zona, para poder servirles.
Las Misioneras de la Eucaristía reciben educación y formación tradicional como religiosas, pero también se les inculca adquirir conocimiento al igual que mostrar respeto por las creencias, costumbres, lenguajes y prácticas de las diferentes comunidades maya de la región.
"Madre Tonia nos dio una formación integral como indígenas", dijo la hermana Yach.
Algunas hermanas usan su conocimiento sobre los beneficios medicinales de plantas o del masaje como medicina alternativa, algo popular en los pueblos originarios en lugares lejanos donde van en misión, indicó la hermana Petronila Coquix, quien forma parte del consejo de la comunidad.
"Es para apoyar a las personas de escasos recursos", dijo la hermana Yach. "Entonces, es ver cuál de esos medios les ayudan también. Y nosotras tenemos que tener ese conocimiento de las plantas medicinales, porque nos vamos a las áreas muy lejanas donde no se puede conseguir un médico. Entonces, (vemos) cómo auxiliar a los enfermos que vamos encontrando en nuestra pastoral", añadió.
Las hermanas también tienen conocimiento de diferentes lenguajes de la región, como el kaqchikel, k'iche' y tz'utujil, y también de cada cultura, desde sus costumbres hasta sus creencias religiosas. La casa madre de la congregación en San Andrés Semetabaj, a corta distancia de Panajachel, está decorada con palabras e imágenes de las culturas dominantes de las hermanas: el mundo indígena y el cristianismo.
En ese espacio se puede apreciar un sagrario con la palabra Ajaw que se traduce a “Señor” en español; una decoración de Santa Kateri Tekakwitha, la primera santa amerindia de la Iglesia católica; y un cuadro de trajes tradicionales de grupos indígenas en Guatemala.
vez al año, las hermanas celebran entre ellas el “día de la cultura”, cuando cada una puede ponerse, en vez del hábito azul, el traje indígena que la identifica con su comunidad ancestral, y así comparten su comida típica y las costumbres y tradiciones con las que crecieron.
Mucho antes, cada quien se ponía en el convento su huipil, una blusa bordada que la identifica como parte de una comunidad específica. Pero ya que algunos huipiles eran más caros que otros, la hermana Orland decidió que todas usarían un mismo traje que las identificaría como Hermanas Misioneras de la Eucaristía y que reflejaría que todas estaban al mismo nivel.
"La mayoría de personas nos admira", dijo la hermana Yach y agregó: "Pero también hay algunas que no. Madre Tonia le dio valor a nuestra cultura".
Transmitir a otros el valor de los pueblos originarios ha tomado tiempo.
Cuando la hermana Orland llegó a Guatemala, el libro sobre su vida muestra que se encontró en un momento propicio en la Iglesia y con un obispo que también quería encontrar un nuevo camino con los pueblos originarios.
"Eso para la Iglesia no ha sido fácil", dijo la hermana Yach. "Pero unos obispos, yo lo digo así, apoyan estas fundaciones indígenas y lo valoran mucho", apuntó.
Gracias a ese apoyo, la comunidad ahora cuenta con 49 hermanas. Algunas han estudiado psicología y teología, o han tomado cursos para servir como maestras, enfermeras, secretarias, y trabajadoras sociales, todo con el propósito de ayudar a las comunidades pobres de sus alrededores.
"Cuando vamos a los pueblos, hablamos en nuestros idiomas a los ancianos que no hablan mucho en castellano… y la gente se siente con confianza", añadió la hermana Coquix. "Yo creo que desde ahí también se sienten ellos valorados, y de esa forma vamos transmitiendo lo que es muy valioso".
Por el nexo con la hermana Orland, la comunidad ha contado con la cercanía de las Hermanas de la Presentación, a quienes les dicen "tías", y ha recibido ayuda de la Fundación Hilton (que también apoya a Global Sisters Report) para poder prestar servicios psicológicos y de educación a los jóvenes en la región, algo que les ha ayudado a crecer, según ellas mismas dicen.
Para sostener los gastos, las hermanas fabrican hostias, tienen un vivero y también operan la Tienda Madre Tonia, donde venden artículos religiosos, a la par de pomadas y óleos medicinales naturales que ellas han creado.
"La madre Tonia dijo que el Espíritu Santo le tocó su corazón viendo la necesidad de nuestro país, pero ella nunca pensó fundar una congregación como lo que somos en este momento", dijo la hermana Yach.
Las hermanas ahora cuentan con misiones en San Pedro Ayampuc, Tamahú, Cobán; Santiago Atitlán y San Andrés Semetabaj, en Sololá; Tecpán, en Chimaltenango; y Joyabaj y Santa Cruz, en El Quiché. Cuando Orland se encontraba muriendo de cáncer en el 2000 y fue a Texas para recibir quimioterapia, propició una conexión para que las hermanas ayudaran en una casa de ancianos en Houston. Ahora cuentan con una misión de tres hermanas en Texas.
"Estamos convencidas que Dios inspiró a la madre Tonia", dice la hermana Chex. "Madre Tonia sigue con nosotros".
Rhina Guidos es corresponsal regional para América Latina de Global Sisters Report.
Nota: Para leer más artículos, entrevistas y columnas de Global Sisters Report en español, vaya a https://www.globalsistersreport.org/es