En servicio a uno; en servicio a todos

Mensaje del obispo David M. O'Connell, C.M.
November 12, 2020 at 3:09 p.m.
En servicio a uno; en servicio a todos
En servicio a uno; en servicio a todos

Por Obispo David M. O'Connell, C.M.

Los Caballeros de Colón (KOC por sus cifras en inglés) de la Diócesis de Trenton regocijaron con sus hermanos por el mundo al escuchar el anuncio del Vaticano de que su fundador, el venerado padre Michael J. McGivney, avanzará un paso más hacia la canonización al ser beatificado el 31 de octubre, 2020, en la Catedral San José en Hartford, Connecticut.

El papa Francisco nombró a su eminencia, el cardenal Joseph W. Tobin, CSsR, el arzobispo de Newark, como su delegado a presidir en la Misa de Beatificación. Que este momento histórico se haya llevado a cabo en tierra estadounidense es muy apropiado porque el padre McGivney nació en el 1852 en Waterbury, Connecticut, fue ordenado al sacerdocio en Baltimore en el 1877, y fundó los Caballeros en New Haven, Connecticut, en el 1882. Era hijo de inmigrantes irlandeses y creció en una familia pobre. Era buen alumno, pero dejó la escuela a los 13 años para trabajar y contribuir al hogar familiar. Tres años después, empezó su camino al sacerdocio en Montreal, y entonces en el seminario vicentino de Nuestra Señora de los Ángeles en Niagara Falls, Nueva York.

El obispo de Hartford aceptó al padre McGivney como seminarista y le apoyó en sus estudios en Baltimore hasta que fue ordenado en la catedral en Baltimore el 22 de diciembre del 1877.

Como seminarista y sacerdote, todos le reconocían al padre McGivney como alguien devoto, de buen humor, y dedicado. Su primer nombramiento sacerdotal fue en New Haven que empezó en Navidad ese año. Le conmovía el ministerio con los jóvenes, pobres, inmigrantes y con personas de necesidades especiales. El padre McGivney se dedicaba a enseñar la fe católica con claridad y precisión.

Recientemente, la publicación católica, “Nuestra Visita de Domingo” notó que:

El padre McGivney tuvo interés muy pronto como sacerdote en ayudar a los hombres jóvenes de la parroquia. Se preocupaba por ellos y buscaba maneras para ayudarlos encontrar esperanza en medio de las tinieblas de sus vidas. La raíz de estos problemas era el abuso del alcohol y desempleo entro otros, empeorados por una falta de fe.

El padre McGivney empezó a reunir a los hombres de la región a través de una organización católica que se convertiría en los Caballeros de Colón. Se enfocaron en el apoyo fraterno, promoción de la fe católica y hacer obras caritativas. Actualmente, con 2 millones de miembros, los Caballeros de Colón es la organización católica fraterna más grande del mundo. Los Caballeros contribuyen más de $200 millones anualmente a causas caritativas y católicas. También, han donado más de 77 millones horas de servicio cada año como parte de su misión.

En el 1889, una pandemia de la influenza agarró al mundo y llegó a Connecticut. Mientras servía a los enfermos de su parroquia, el padre McGivney contrató el virus y murió de neumonía el 14 de agosto, 1890, cuando tenía 38 años.

Fama de su santidad personas y entusiasmo apostólico se expandió por la región mientras más hombres se involucraban en los Caballeros de Colón. En el 1996, la Arquidiócesis de Hartford presentó su causa de canonización al Santo Sede. El papa Benedicto XVI lo reconoció en el 2008 por su “virtud heroica” y lo declaró “venerado”. En el 2013, atribuyeron un milagro a su intercesión y el papa Francisco aprobó su beatificación el 27 de mayo, 2020, durante la pandemia del COVID-19, una coincidencia curiosa dado su muerte durante una pandemia semejante hace 130 años.


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El papa Francisco nombró a su eminencia, el cardenal Joseph W. Tobin, CSsR, el arzobispo de Newark, como su delegado a presidir en la Misa de Beatificación. Que este momento histórico se haya llevado a cabo en tierra estadounidense es muy apropiado porque el padre McGivney nació en el 1852 en Waterbury, Connecticut, fue ordenado al sacerdocio en Baltimore en el 1877, y fundó los Caballeros en New Haven, Connecticut, en el 1882. Era hijo de inmigrantes irlandeses y creció en una familia pobre. Era buen alumno, pero dejó la escuela a los 13 años para trabajar y contribuir al hogar familiar. Tres años después, empezó su camino al sacerdocio en Montreal, y entonces en el seminario vicentino de Nuestra Señora de los Ángeles en Niagara Falls, Nueva York.

El obispo de Hartford aceptó al padre McGivney como seminarista y le apoyó en sus estudios en Baltimore hasta que fue ordenado en la catedral en Baltimore el 22 de diciembre del 1877.

Como seminarista y sacerdote, todos le reconocían al padre McGivney como alguien devoto, de buen humor, y dedicado. Su primer nombramiento sacerdotal fue en New Haven que empezó en Navidad ese año. Le conmovía el ministerio con los jóvenes, pobres, inmigrantes y con personas de necesidades especiales. El padre McGivney se dedicaba a enseñar la fe católica con claridad y precisión.

Recientemente, la publicación católica, “Nuestra Visita de Domingo” notó que:

El padre McGivney tuvo interés muy pronto como sacerdote en ayudar a los hombres jóvenes de la parroquia. Se preocupaba por ellos y buscaba maneras para ayudarlos encontrar esperanza en medio de las tinieblas de sus vidas. La raíz de estos problemas era el abuso del alcohol y desempleo entro otros, empeorados por una falta de fe.

El padre McGivney empezó a reunir a los hombres de la región a través de una organización católica que se convertiría en los Caballeros de Colón. Se enfocaron en el apoyo fraterno, promoción de la fe católica y hacer obras caritativas. Actualmente, con 2 millones de miembros, los Caballeros de Colón es la organización católica fraterna más grande del mundo. Los Caballeros contribuyen más de $200 millones anualmente a causas caritativas y católicas. También, han donado más de 77 millones horas de servicio cada año como parte de su misión.

En el 1889, una pandemia de la influenza agarró al mundo y llegó a Connecticut. Mientras servía a los enfermos de su parroquia, el padre McGivney contrató el virus y murió de neumonía el 14 de agosto, 1890, cuando tenía 38 años.

Fama de su santidad personas y entusiasmo apostólico se expandió por la región mientras más hombres se involucraban en los Caballeros de Colón. En el 1996, la Arquidiócesis de Hartford presentó su causa de canonización al Santo Sede. El papa Benedicto XVI lo reconoció en el 2008 por su “virtud heroica” y lo declaró “venerado”. En el 2013, atribuyeron un milagro a su intercesión y el papa Francisco aprobó su beatificación el 27 de mayo, 2020, durante la pandemia del COVID-19, una coincidencia curiosa dado su muerte durante una pandemia semejante hace 130 años.

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