Momento para comunidad, oración en la peregrinación diocesana a la basílica
July 29, 2019 at 12:37 p.m.
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Llegaron de los cuatro rincones de la diócesis. Muchos se habían levantado tempranito en la madrugada para abordar uno de las tres docenas de buses con un solo destino: la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, D.C.
Representaron a más de 27 parroquias de la Diócesis de Trenton en la peregrinación diocesana bianual el 4 de noviembre. Después del viaje de casi cuatro horas – lleno de oración y recitación del Rosario – los fieles diocesanos llegaron a la “Casa de María”. Con una sonrisa y saludo personal con la mano o abrazo, el Obispo David M. O’Connell, C.M., les dio la bienvenida mientras bajaron uno tras uno de los buses.
Galería de fotos: Cobertura amplia de la peregrinación
Galería de fotos: Momentos destacados de la peregrinación
Durante las próximas horas, las familias peregrinas, los diáconos, y los sacerdotes de los condados de Burlington, Mercer, Monmouth y Ocean recitaron el Ángelus, escucharon presentaciones ofrecidas en varias de las capillas del santuario, se reunieron para la charla catequética sobre la fe con el Obispo O’Connell y participaron en el Sacramento de Reconciliación. Los niños también recibieron un “Pasaporte Peregrino”. Al visitar ciertas capillas recibían estampillas para su pasaporte.
“Me emociona tanto, me hace querer llorar”, compartió Carol Dunbar de la Parroquia Santa María del Lago, Lakewood, mientras quitaba lágrimas de sus ojos.
El día de la fe culminó con la Misa en la Iglesia Mayor. El Obispo O’Connell sirvió como el celebrante principal y dio la homilía.
“Me encanta predicar sobre los santos. Sus vidas me convencen que la santidad extraordinaria, la unión verdadera con el Señor Jesús, es posible para personas como nosotros – personas comunes”, dijo el Obispo en su homilía. El día de la peregrinación coincidió con la Fiesta de San Carlos Borromeo.
El obispo explicó que el santo del siglo 16 era un hijo de seis de una familia rica italiana. Cuando tenía apenas 12 años, su tío le entregó una gran cantidad de dinero. Pero a esa edad, el joven se sentía atraído por los pobres y la humildad y solo se quedó con lo suficiente para pagar por sus estudios.
“Lo de más”, dijo el obispo, “entregó a los pobres”.
“¿Qué es lo que lleva a una persona hacer algo como ese acto…? Fue porque se enamoró al Señor Jesús”.
Antes de terminar la Misa, el obispo incendió las siete antorchas dedicadas a Nuestra Señora de Guadalupe, para arrancar su recorrido por la diócesis en honor de la Guadalupana durante el mes de noviembre. Con la música del grupo mariachi, “Pascua Juvenil” de Freehold, N.J., resonando por la basílica, el Obispo O’Connell, los sacerdotes y los peregrinos salieron para empezar el viaje a casa.
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Llegaron de los cuatro rincones de la diócesis. Muchos se habían levantado tempranito en la madrugada para abordar uno de las tres docenas de buses con un solo destino: la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, D.C.
Representaron a más de 27 parroquias de la Diócesis de Trenton en la peregrinación diocesana bianual el 4 de noviembre. Después del viaje de casi cuatro horas – lleno de oración y recitación del Rosario – los fieles diocesanos llegaron a la “Casa de María”. Con una sonrisa y saludo personal con la mano o abrazo, el Obispo David M. O’Connell, C.M., les dio la bienvenida mientras bajaron uno tras uno de los buses.
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Durante las próximas horas, las familias peregrinas, los diáconos, y los sacerdotes de los condados de Burlington, Mercer, Monmouth y Ocean recitaron el Ángelus, escucharon presentaciones ofrecidas en varias de las capillas del santuario, se reunieron para la charla catequética sobre la fe con el Obispo O’Connell y participaron en el Sacramento de Reconciliación. Los niños también recibieron un “Pasaporte Peregrino”. Al visitar ciertas capillas recibían estampillas para su pasaporte.
“Me emociona tanto, me hace querer llorar”, compartió Carol Dunbar de la Parroquia Santa María del Lago, Lakewood, mientras quitaba lágrimas de sus ojos.
El día de la fe culminó con la Misa en la Iglesia Mayor. El Obispo O’Connell sirvió como el celebrante principal y dio la homilía.
“Me encanta predicar sobre los santos. Sus vidas me convencen que la santidad extraordinaria, la unión verdadera con el Señor Jesús, es posible para personas como nosotros – personas comunes”, dijo el Obispo en su homilía. El día de la peregrinación coincidió con la Fiesta de San Carlos Borromeo.
El obispo explicó que el santo del siglo 16 era un hijo de seis de una familia rica italiana. Cuando tenía apenas 12 años, su tío le entregó una gran cantidad de dinero. Pero a esa edad, el joven se sentía atraído por los pobres y la humildad y solo se quedó con lo suficiente para pagar por sus estudios.
“Lo de más”, dijo el obispo, “entregó a los pobres”.
“¿Qué es lo que lleva a una persona hacer algo como ese acto…? Fue porque se enamoró al Señor Jesús”.
Antes de terminar la Misa, el obispo incendió las siete antorchas dedicadas a Nuestra Señora de Guadalupe, para arrancar su recorrido por la diócesis en honor de la Guadalupana durante el mes de noviembre. Con la música del grupo mariachi, “Pascua Juvenil” de Freehold, N.J., resonando por la basílica, el Obispo O’Connell, los sacerdotes y los peregrinos salieron para empezar el viaje a casa.
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