Demos gracias
July 29, 2019 at 12:37 p.m.

Los raíces griegos de la palabra “Eucaristía” significan “acción de gracias”. Cada celebración de la Eucaristía es una acción de gracias por la pasión, la muerte y la resurrección del Señor Jesucristo mientras el sacerdote consagra el pan y el vino, transformándolos en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Sin duda, debemos sentirnos agradecidos por este mayor regalo de todos.
En el contexto estadounidense sin embargo, una “acción de gracias” suele hacernos pensar en imágenes de familias alrededor de una mesa compartiendo un pavo y todas las otras comidas que lo acompañan en el cuarto jueves de noviembre cada año. Esta fiesta tiene una historia enraizada en la celebración de la cosecha del primer otoño de los padres peregrinos en Plymouth, Massachusetts, en el 1621. Los padres peregrinos y los nativos huampanoaguenses, quienes ayudaron y enseñaron a los recién llegados a cultivar plantas y cazar en esta nueva tierra. La comida de su día de acción de gracias probablemente no tenía nada que ver con las escenas de la fiesta de hoy pero ambas fiestas comparten el motivo de agradecerle a Dios por sus tantas bendiciones.
Aunque tengan razones y contenidos distintos, nuestra Eucaristía y nuestra celebración del Día de Acción de Gracias no son totalmente diferentes. Ambas reflejan gratitud a Dios por sus regalos y bendiciones: la Eucaristía por el regalo de Jesucristo y la redención que nos brindó: el Día de Acción de Gracias por el regalo de la creación de Dios que provee tanta abundancia. Ambas rodean una mesa y una comida compartida: el altar Eucarístico y la comida del Cuerpo y Sangre de Cristo que nutre el alma; la mesa del Día de Acción de Gracias que rebosa de comida para el cuerpo. Ambas incluyen una familia y comunidad: la familia Eucarística compuesta de creyentes agradecidos de Jesucristo; los integrantes del Día de Acción de Gracias unidos en su deseo de expresar la gratitud por tanta plenitud que comparten y disfrutan. Ambas son ocasiones para compartir recuerdos, historias y alegría: la Eucaristía recuerda la historia de la salvación; el Día de Acción de Gracias por las historias de los acontecimientos de los padres peregrinos y las leyendas de los americanos indígenas que les dieron la bienvenida.
Lo divino y lo humano, a pesar de ser diferentes, a menudo se mezclan en la historia humana, semejante a cómo el vino y el agua se mezclan durante la Misa, uniéndose en la bondad y amor de Dios que seguramente merecen una respuesta nuestra de agradecimiento. Este Día de Acción de Gracias, consideremos comenzar la celebración alrededor de la mesa Eucarística juntos con la comunidad de la fe y, entonces, llevar esa gracia y agradecimiento a nuestras propias mesas, estén donde estén.
¡Feliz Día de Acción de Gracias!
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Los raíces griegos de la palabra “Eucaristía” significan “acción de gracias”. Cada celebración de la Eucaristía es una acción de gracias por la pasión, la muerte y la resurrección del Señor Jesucristo mientras el sacerdote consagra el pan y el vino, transformándolos en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Sin duda, debemos sentirnos agradecidos por este mayor regalo de todos.
En el contexto estadounidense sin embargo, una “acción de gracias” suele hacernos pensar en imágenes de familias alrededor de una mesa compartiendo un pavo y todas las otras comidas que lo acompañan en el cuarto jueves de noviembre cada año. Esta fiesta tiene una historia enraizada en la celebración de la cosecha del primer otoño de los padres peregrinos en Plymouth, Massachusetts, en el 1621. Los padres peregrinos y los nativos huampanoaguenses, quienes ayudaron y enseñaron a los recién llegados a cultivar plantas y cazar en esta nueva tierra. La comida de su día de acción de gracias probablemente no tenía nada que ver con las escenas de la fiesta de hoy pero ambas fiestas comparten el motivo de agradecerle a Dios por sus tantas bendiciones.
Aunque tengan razones y contenidos distintos, nuestra Eucaristía y nuestra celebración del Día de Acción de Gracias no son totalmente diferentes. Ambas reflejan gratitud a Dios por sus regalos y bendiciones: la Eucaristía por el regalo de Jesucristo y la redención que nos brindó: el Día de Acción de Gracias por el regalo de la creación de Dios que provee tanta abundancia. Ambas rodean una mesa y una comida compartida: el altar Eucarístico y la comida del Cuerpo y Sangre de Cristo que nutre el alma; la mesa del Día de Acción de Gracias que rebosa de comida para el cuerpo. Ambas incluyen una familia y comunidad: la familia Eucarística compuesta de creyentes agradecidos de Jesucristo; los integrantes del Día de Acción de Gracias unidos en su deseo de expresar la gratitud por tanta plenitud que comparten y disfrutan. Ambas son ocasiones para compartir recuerdos, historias y alegría: la Eucaristía recuerda la historia de la salvación; el Día de Acción de Gracias por las historias de los acontecimientos de los padres peregrinos y las leyendas de los americanos indígenas que les dieron la bienvenida.
Lo divino y lo humano, a pesar de ser diferentes, a menudo se mezclan en la historia humana, semejante a cómo el vino y el agua se mezclan durante la Misa, uniéndose en la bondad y amor de Dios que seguramente merecen una respuesta nuestra de agradecimiento. Este Día de Acción de Gracias, consideremos comenzar la celebración alrededor de la mesa Eucarística juntos con la comunidad de la fe y, entonces, llevar esa gracia y agradecimiento a nuestras propias mesas, estén donde estén.
¡Feliz Día de Acción de Gracias!
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