Celebrar más tarde en el calendario no disminuye la celebración Pascual
July 29, 2019 at 12:37 p.m.
Este año, celebramos la Pascua el 21 de abril. No caerá en esa fecha de nuevo hasta el 2030. El 21 de abril es una de las fechas más tardes en el calendario en que la Pascua puede coincidir. La fecha posible más tarde es el 25 de abril y no coincidirá así hasta el 2038. Estos son detalles interesantes desde una perspectiva meteorológica, practica y organizacional pero la fecha de la Pascua en la Iglesia Católica no tiene nada que ver con lo significa la Pascua para el católico, para el cristiano.
La Pascua es la celebración del evento fundamental de la fe católica, la Resurrección del Señor Jesús de la muerte. San Pablo nos recuerda en su Primera Carta a los Corintios que “Y, si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados. En este caso, también están perdidos los que murieron en Cristo” (1 Corintios 15:17-18).
Todos los seres humanos mueren. Es la consecuencia lógica de la vida humana en este mundo, aunque no queramos pensar en eso. Pero, en nuestra fe católica, vivimos con una lógica divina y una consecuencia celestial de lo que significa nacer. Otra vez, San Pablo nos recuerda que “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas” (Romanos 8:32)? Eso es el corazón de nuestra fe católica. Eso es la razón de nuestra celebración de la Pascua, a pesar de la fecha en que coincide.
“Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8:38-39).
La fe, como nos afirma en la Carta de Hebreos, es la base de esa convicción (Hebreos 11:1). El amor de Dios es su propósito, un amor hecho absolutamente firme en la vida, la muerte y la Resurrección del Señor Jesús. “Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él” (1 Juan 4:9). 2,000 años después, nuestra fe en el amor de Dios aún nos entrega la esperanza. “Si vivimos, para el Señor vivimos; y, si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos” (Romanos 14:8). El mismo Señor Jesús nos prometió que “Yo soy la Resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás” (Juan 11:25-26).
La Pascua pone esta fe y esperanza y amor en nuestras mentes y corazones una vez más con la llegada de Semana Santa. No son los conejitos ni los dulces en canastas ni una fecha en el calendario de primavera de días feriados que definen la Pascua. No, a pesar de lo divertido que pueden ser esas cosas.
La Pascua es sobre un viaje a Jerusalén, una cena de la Pascua Judía, lavar los pies, una agonía en el jardín, una corona de espinas, la traición de amigos, un sacrificio y una crucifixión brutal, las lágrimas de una madre, un entierro en silencio… una tumba vacía, ver los lienzos que que habían envuelto un cuerpo muerto, un recuerdo de profecías hechas y casi olvidadas, una mano dudosa que toca las heridas mortales, un Señor Resucitado y una promesa cumplida.
Las fechas no importan. Los eventos y conmemorarlos cada año, sí, importan mucho. Importan porque dan vida a una fe en algo que no tiene fin. Importan porque dan vida a un amor que convierte al imposible a la realidad. Importan porque dan vida a una esperanza que abre puertas a la eternidad para todos que creen en el Señor Jesucristo Resucitado, la verdadera y única razón de la Pascua.
¡Felices Pascuas!
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Este año, celebramos la Pascua el 21 de abril. No caerá en esa fecha de nuevo hasta el 2030. El 21 de abril es una de las fechas más tardes en el calendario en que la Pascua puede coincidir. La fecha posible más tarde es el 25 de abril y no coincidirá así hasta el 2038. Estos son detalles interesantes desde una perspectiva meteorológica, practica y organizacional pero la fecha de la Pascua en la Iglesia Católica no tiene nada que ver con lo significa la Pascua para el católico, para el cristiano.
La Pascua es la celebración del evento fundamental de la fe católica, la Resurrección del Señor Jesús de la muerte. San Pablo nos recuerda en su Primera Carta a los Corintios que “Y, si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados. En este caso, también están perdidos los que murieron en Cristo” (1 Corintios 15:17-18).
Todos los seres humanos mueren. Es la consecuencia lógica de la vida humana en este mundo, aunque no queramos pensar en eso. Pero, en nuestra fe católica, vivimos con una lógica divina y una consecuencia celestial de lo que significa nacer. Otra vez, San Pablo nos recuerda que “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas” (Romanos 8:32)? Eso es el corazón de nuestra fe católica. Eso es la razón de nuestra celebración de la Pascua, a pesar de la fecha en que coincide.
“Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8:38-39).
La fe, como nos afirma en la Carta de Hebreos, es la base de esa convicción (Hebreos 11:1). El amor de Dios es su propósito, un amor hecho absolutamente firme en la vida, la muerte y la Resurrección del Señor Jesús. “Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él” (1 Juan 4:9). 2,000 años después, nuestra fe en el amor de Dios aún nos entrega la esperanza. “Si vivimos, para el Señor vivimos; y, si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos” (Romanos 14:8). El mismo Señor Jesús nos prometió que “Yo soy la Resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás” (Juan 11:25-26).
La Pascua pone esta fe y esperanza y amor en nuestras mentes y corazones una vez más con la llegada de Semana Santa. No son los conejitos ni los dulces en canastas ni una fecha en el calendario de primavera de días feriados que definen la Pascua. No, a pesar de lo divertido que pueden ser esas cosas.
La Pascua es sobre un viaje a Jerusalén, una cena de la Pascua Judía, lavar los pies, una agonía en el jardín, una corona de espinas, la traición de amigos, un sacrificio y una crucifixión brutal, las lágrimas de una madre, un entierro en silencio… una tumba vacía, ver los lienzos que que habían envuelto un cuerpo muerto, un recuerdo de profecías hechas y casi olvidadas, una mano dudosa que toca las heridas mortales, un Señor Resucitado y una promesa cumplida.
Las fechas no importan. Los eventos y conmemorarlos cada año, sí, importan mucho. Importan porque dan vida a una fe en algo que no tiene fin. Importan porque dan vida a un amor que convierte al imposible a la realidad. Importan porque dan vida a una esperanza que abre puertas a la eternidad para todos que creen en el Señor Jesucristo Resucitado, la verdadera y única razón de la Pascua.
¡Felices Pascuas!
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