Oír con oídos nuevos los sonidos, las lecciones de Navidad

Mensaje del obispo David M. O’Connell, C.M.
December 20, 2019 at 8:39 p.m.
Oír con oídos nuevos los sonidos, las lecciones de Navidad
Oír con oídos nuevos los sonidos, las lecciones de Navidad

Por Obispo David M. O'Connell, C.M.

A veces, cuando estemos solos, oímos cosas de manera diferente, más claramente que cuando estemos rodeados por mucha gente en alguna habitación muy llena, en una clase o en una oficina donde el teléfono suene a cada rato y personas entran y salen. Todo suena diferentemente cuando estamos en una calle movida, un tren o bus muy lleno o tal vez mientras nos sentamos en tráfico que parece no mover. A veces una iglesia vacía puede ser el lugar donde las cosas suenan diferente que cuando los predicadores predican y los coros cantan.

Las cosas que hemos oído muchas veces antes: un texto bíblico, un artículo que hemos leído o de que hemos conversado; una frase o algún dicho, canto o conversación que hemos compartido con alguien. O, a lo mejor, en estos días de diciembre, un villancico. Algo conocido o familiar, sí; pero algo extraño en una novedad sorprendente.

Cuando estamos a solas, las palabras suenan diferentemente porque tenemos el tiempo adecuado para pensarlas, para escucharlas y el sonido que hacen mientras alcanzan nuestra mente y corazón con nadie que nos distraiga.

Tal vez sea el brillo suave de una vela o las llamas calurosas del hogar, frente al árbol navideño con las lucecitas que parpadean recuerdos del día que viene. Mientras miremos ese tipo de luces navideñas, podemos oír lo que hemos oído miles de veces antes – de manera diferente, más claramente.

La escena del pesebre, la natividad. Conocemos bien las palabras de la historia. Las hemos leído y escuchado muchas veces ya y hemos intentado encontrar otras palabras para describirla, hemos escrito homilías para decir justamente lo que significa la historia.

Pero el silencio es el sonido que a mí me hace escuchar la lección de esas palabras diferentemente.

El niño y su madre; San José y los pastores; los reyes abarcando su camino largo; el establo; la cuna de paja; los animales; la estrella y el ángel. “Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo”. 

La alegría suele ser mejor recibida que se la comparte con otros como las Buenas Noticias.

Suena diferente, sin embargo, cuando estamos solos. Y a veces, es bueno estar a solas, alejarnos del resto del mundo para un momento o dos y escuchar las razones por sentir la alegría navideña: Él que llegó aquella noche de Navidad nos ha traído la liberación. Él quien era inocente ha salvado a los culpables. Él quien nació de manera tan humilde ha dispersado a los orgullosos y levantado a los humildes. Él quien nació ha dado nuevo nacimiento a todos nosotros.

Lo que no podíamos alcanzar nunca, es ahora y siempre será entre nosotros. Lo hemos oído antes, “La Palabra se hizo Carne y habitó entre nosotros”. Pero podemos tener una nueva alegría al oírlo de nuevo, de manera diferente y más clara. Y cuando lo oíamos y la alegría se hace nuestra, entonces es el momento perfecto para volver a estar en la compañía de otros y llevarlos “las Buenas Noticias”.

Los seres humanos no fuimos creados para estar solos durante mucho tiempo. Y la celebración de Navidad hace que eso se vea muy evidente: Dios está con nosotros, Emanuel, estemos con otros o solos, cuando nuestra fe nos une o en los momentos especiales de oración cuando nuestra fe nos impulsa alejarnos un poco del movimiento de la vida.

Esta Navidad, ¡que tomemos el tiempo para realmente conocer la alegría que Jesús nos trae!

¡Feliz Navidad y que Dios los bendiga en el Año Nuevo!


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Las cosas que hemos oído muchas veces antes: un texto bíblico, un artículo que hemos leído o de que hemos conversado; una frase o algún dicho, canto o conversación que hemos compartido con alguien. O, a lo mejor, en estos días de diciembre, un villancico. Algo conocido o familiar, sí; pero algo extraño en una novedad sorprendente.

Cuando estamos a solas, las palabras suenan diferentemente porque tenemos el tiempo adecuado para pensarlas, para escucharlas y el sonido que hacen mientras alcanzan nuestra mente y corazón con nadie que nos distraiga.

Tal vez sea el brillo suave de una vela o las llamas calurosas del hogar, frente al árbol navideño con las lucecitas que parpadean recuerdos del día que viene. Mientras miremos ese tipo de luces navideñas, podemos oír lo que hemos oído miles de veces antes – de manera diferente, más claramente.

La escena del pesebre, la natividad. Conocemos bien las palabras de la historia. Las hemos leído y escuchado muchas veces ya y hemos intentado encontrar otras palabras para describirla, hemos escrito homilías para decir justamente lo que significa la historia.

Pero el silencio es el sonido que a mí me hace escuchar la lección de esas palabras diferentemente.

El niño y su madre; San José y los pastores; los reyes abarcando su camino largo; el establo; la cuna de paja; los animales; la estrella y el ángel. “Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo”. 

La alegría suele ser mejor recibida que se la comparte con otros como las Buenas Noticias.

Suena diferente, sin embargo, cuando estamos solos. Y a veces, es bueno estar a solas, alejarnos del resto del mundo para un momento o dos y escuchar las razones por sentir la alegría navideña: Él que llegó aquella noche de Navidad nos ha traído la liberación. Él quien era inocente ha salvado a los culpables. Él quien nació de manera tan humilde ha dispersado a los orgullosos y levantado a los humildes. Él quien nació ha dado nuevo nacimiento a todos nosotros.

Lo que no podíamos alcanzar nunca, es ahora y siempre será entre nosotros. Lo hemos oído antes, “La Palabra se hizo Carne y habitó entre nosotros”. Pero podemos tener una nueva alegría al oírlo de nuevo, de manera diferente y más clara. Y cuando lo oíamos y la alegría se hace nuestra, entonces es el momento perfecto para volver a estar en la compañía de otros y llevarlos “las Buenas Noticias”.

Los seres humanos no fuimos creados para estar solos durante mucho tiempo. Y la celebración de Navidad hace que eso se vea muy evidente: Dios está con nosotros, Emanuel, estemos con otros o solos, cuando nuestra fe nos une o en los momentos especiales de oración cuando nuestra fe nos impulsa alejarnos un poco del movimiento de la vida.

Esta Navidad, ¡que tomemos el tiempo para realmente conocer la alegría que Jesús nos trae!

¡Feliz Navidad y que Dios los bendiga en el Año Nuevo!

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