Junio: el mes del Sagrado Corazón de Jesús
June 16, 2025 at 3:15 p.m.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es una de las expresiones más profundas y perdurables de la espiritualidad católica. Arraigada en las Escrituras y profundizada a través de siglos de reflexión teológica y experiencia mística, el Sagrado Corazón simboliza el amor infinito de Cristo por la humanidad. Es una devoción que habla al corazón de la fe cristiana: el misterio del amor divino hecho visible y vulnerable.
En su encíclica Dilexit Nos ("Él nos amó") de 2024, el difunto Papa Francisco ofreció una reflexión fresca y profundamente pastoral sobre esta devoción, llamando a la Iglesia a redescubrir el poder transformador del corazón de Cristo en un mundo fragmentado e inquieto.
En esta encíclica, el papa Francisco comenzó anclando la devoción al Sagrado Corazón en las palabras de san Pablo: “Él nos amó” (Romanos 8,37). Esta sencilla pero profunda afirmación se convierte en los lente a través de cual el papa invitó a los fieles a contemplar el Sagrado Corazón, no como una reliquia sentimental del pasado, sino como un símbolo vivo de la presencia y amistad perdurables de Cristo. El papa Francisco escribió: “Su corazón abierto nos ha precedido y nos espera, incondicionalmente, pidiendo solo ofrecernos su amor y amistad”.
La imagen del Sagrado Corazón encuentra su fundamento en el Evangelio de Juan, donde el costado traspasado de Cristo se convierte en fuente de vida sacramental (Juan 19,34). Con el tiempo, santos como Margarita María Alacoque y teólogos como San Juan Eudes contribuyeron a convertir esta devoción en un elemento central de la piedad católica. El corazón de Jesús llegó a representar no solo su sufrimiento físico, sino también su amor emocional y espiritual: un amor que es a la vez divino y humano.
El Sagrado Corazón no es una reliquia sentimental del pasado, sino un símbolo viviente de la presencia y amistad perdurables de Cristo. Su corazón abierto invita a todas las personas a una relación de confianza, sanación y transformación. Es un corazón que nos espera incondicionalmente, ofreciendo amor y misericordia sin medida.
Esta invitación a la intimidad con Cristo es especialmente urgente en un mundo marcado por la superficialidad, el consumismo y el desapego emocional. El corazón, como símbolo físico y espiritual, sigue siendo esencial para comprender la unidad del cuerpo y el alma, la razón y la emoción, la fe y la acción.
El corazón es el centro de la sinceridad y la transformación. Como exclamaron los discípulos camino de Emaús: "¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros?" (Lucas 24:32), el encuentro con Cristo también enciende un fuego en el alma. Este corazón ardiente se convierte en una metáfora del despertar interior que se produce al experimentar la presencia del Señor resucitado.
Tanto la filosofía clásica como la antropología bíblica afirman que el corazón no es una mera metáfora, sino el verdadero centro de la experiencia humana. Es donde se toman decisiones, se forman los deseos y se discierne la verdad. De esta manera, la devoción al Sagrado Corazón se convierte en una llamada a la renovación interior y a la autenticidad.
Además, el Sagrado Corazón no se limita a la piedad personal. Es fuente de renovación eclesial y social. En él se depositan todas las esperanzas, y desde él se busca con confianza la salvación de la humanidad. El Corazón de Jesús se convierte en modelo para la misión de la Iglesia: amar incondicionalmente, servir con alegría y permanecer cerca de las heridas del mundo.
En tiempos de crisis global —ecológica, social, ética y espiritual—, el Sagrado Corazón ofrece un remedio a la indiferencia y la división. Es un corazón que escucha, sufre y actúa. Es un corazón que llama a cada creyente a convertirse en instrumento de misericordia y testigo del amor.
El Sagrado Corazón de Jesús es más que una imagen devocional; es una brújula teológica y espiritual para la Iglesia de hoy. Invita a todos a redescubrir el corazón de Cristo como fuente de sanación, unidad y misión. Seguir a Jesús es sumergirse en las profundidades de su amor, un amor que late eternamente en el corazón del mundo.
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Saturday, July 12, 2025
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La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es una de las expresiones más profundas y perdurables de la espiritualidad católica. Arraigada en las Escrituras y profundizada a través de siglos de reflexión teológica y experiencia mística, el Sagrado Corazón simboliza el amor infinito de Cristo por la humanidad. Es una devoción que habla al corazón de la fe cristiana: el misterio del amor divino hecho visible y vulnerable.
En su encíclica Dilexit Nos ("Él nos amó") de 2024, el difunto Papa Francisco ofreció una reflexión fresca y profundamente pastoral sobre esta devoción, llamando a la Iglesia a redescubrir el poder transformador del corazón de Cristo en un mundo fragmentado e inquieto.
En esta encíclica, el papa Francisco comenzó anclando la devoción al Sagrado Corazón en las palabras de san Pablo: “Él nos amó” (Romanos 8,37). Esta sencilla pero profunda afirmación se convierte en los lente a través de cual el papa invitó a los fieles a contemplar el Sagrado Corazón, no como una reliquia sentimental del pasado, sino como un símbolo vivo de la presencia y amistad perdurables de Cristo. El papa Francisco escribió: “Su corazón abierto nos ha precedido y nos espera, incondicionalmente, pidiendo solo ofrecernos su amor y amistad”.
La imagen del Sagrado Corazón encuentra su fundamento en el Evangelio de Juan, donde el costado traspasado de Cristo se convierte en fuente de vida sacramental (Juan 19,34). Con el tiempo, santos como Margarita María Alacoque y teólogos como San Juan Eudes contribuyeron a convertir esta devoción en un elemento central de la piedad católica. El corazón de Jesús llegó a representar no solo su sufrimiento físico, sino también su amor emocional y espiritual: un amor que es a la vez divino y humano.
El Sagrado Corazón no es una reliquia sentimental del pasado, sino un símbolo viviente de la presencia y amistad perdurables de Cristo. Su corazón abierto invita a todas las personas a una relación de confianza, sanación y transformación. Es un corazón que nos espera incondicionalmente, ofreciendo amor y misericordia sin medida.
Esta invitación a la intimidad con Cristo es especialmente urgente en un mundo marcado por la superficialidad, el consumismo y el desapego emocional. El corazón, como símbolo físico y espiritual, sigue siendo esencial para comprender la unidad del cuerpo y el alma, la razón y la emoción, la fe y la acción.
El corazón es el centro de la sinceridad y la transformación. Como exclamaron los discípulos camino de Emaús: "¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros?" (Lucas 24:32), el encuentro con Cristo también enciende un fuego en el alma. Este corazón ardiente se convierte en una metáfora del despertar interior que se produce al experimentar la presencia del Señor resucitado.
Tanto la filosofía clásica como la antropología bíblica afirman que el corazón no es una mera metáfora, sino el verdadero centro de la experiencia humana. Es donde se toman decisiones, se forman los deseos y se discierne la verdad. De esta manera, la devoción al Sagrado Corazón se convierte en una llamada a la renovación interior y a la autenticidad.
Además, el Sagrado Corazón no se limita a la piedad personal. Es fuente de renovación eclesial y social. En él se depositan todas las esperanzas, y desde él se busca con confianza la salvación de la humanidad. El Corazón de Jesús se convierte en modelo para la misión de la Iglesia: amar incondicionalmente, servir con alegría y permanecer cerca de las heridas del mundo.
En tiempos de crisis global —ecológica, social, ética y espiritual—, el Sagrado Corazón ofrece un remedio a la indiferencia y la división. Es un corazón que escucha, sufre y actúa. Es un corazón que llama a cada creyente a convertirse en instrumento de misericordia y testigo del amor.
El Sagrado Corazón de Jesús es más que una imagen devocional; es una brújula teológica y espiritual para la Iglesia de hoy. Invita a todos a redescubrir el corazón de Cristo como fuente de sanación, unidad y misión. Seguir a Jesús es sumergirse en las profundidades de su amor, un amor que late eternamente en el corazón del mundo.