Nuevo documento del Vaticano sobre la economía y las finanzas
July 29, 2019 at 12:37 p.m.
Jueves, el 17 de mayo dos Departamentos del Vaticano – la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Dicasterio por la Promoción del Desarrollo Integral Humano – colaboraron para un documento anunciado el 6 de enero llamado, ““Oeconomicae et pecuniariae quaestiones: Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico y financiero” (ahora usaré las cifras CDE). ¡Un título grande, un tema grande! Antes que los analistas y los críticos de todo tipo pongan su propia perspectiva sobre el documento, permítanme, como obispo, ofrecer unos comentarios míos. Es una declaración muy fuerte.
CDE pretende responder a un tema complejo – nuestro sistema económico global – desde la perspectiva de la Doctrina Social Católica, sin duda una tarea enorme y difícil. ¡El documento en sí no es para personas con “poco conocimiento” económico!
Los dos pilares o temas principales de su análisis son (1) la dignidad humana y (2) el bien común. Los críticos se opondrán de inmediato al que los autores no sean expertos sobre sistemas financieros ni económicos – que es verdad – pero tienen que admitir al mismo momento que su experticia en cuanto la moralidad y ética humana merece nuestra consideración atenta. Después de todo, la economía es una realidad moral que requiere de la reflexión y evaluación moral dado que cómo las decisiones económicas siempre tienen una dimensión y afectan a la sociedad humana. “En particular, es necesario emprender una reflexión ética sobre ciertos aspectos de la intermediación financiera, cuyo funcionamiento, habiéndose desvinculado de fundamentos antropológicos y morales apropiados, no sólo ha producido abusos e injusticias evidentes, sino que se ha demostrado también capaz de crear crisis sistémicas en todo el mundo (CDE, núm. 6)”. Economistas razonables y honestos no podrán negar esta reivindicación aunque puedan debatir unos de los detalles específicos.
Entender la moralidad humana requiere un mayor conocimiento del ser humano. Científicos sociales nos dicen que los seres humanos somos “relacionales” por la naturaleza y que no somos solo ninguna colección de “individuales” desconectados. Por esa razón, el bien común ocupa gran lugar en cualquier evaluación moral sobre las realidades económicas actuales y en la creación de una infraestructura legitima moral en que se puede fomentar que los sistemas económicos buscan metas justas.
“El dinero debe servir, no gobernar (CDE, núm. 6)”. Los sistemas financieros y económicos tienen que asegurar que la dignidad del ser humano con vista hacia el bien común – ningún poder arraigado ni que la riqueza esté solo en manos de pocos – está en el centro de cada estructura, sistema e institución económica. Esto no es ninguna opción sino un mandato moral. Los mercados necesitan una estructura moral para poder evitar cualquier decepción en el diseño, la decisión y la práctica y para asegurar la justicia y equilibrio que impide a la explotación, el fraude y la corrupción en cualquier y toda nivel.
En la producción de riqueza a través de iniciativas morales, “Es necesario seleccionar aquellos bienes de consumo detrás de los cuales hay un proceso éticamente digno…” de una manera en que “expresamos con los hechos una ética, y estamos llamados a tomar partido ante lo que beneficia o daña al hombre concreto (CDE, núm. 33)” para “la salvación del mundo (CDE, núm. 34)”.
Resúmenes y comentarios sobre los documentos del Vaticano como el mío no sirven para reemplazar leer los textos mismos con atención. Espero que este breve análisis sirva para prender un interés para que todos lean las 16 páginas del documento del Santo Sede, especialmente las personas con las responsabilidades profesionales que invitan más consideración moral. En fin, “Cada gesto de nuestra libertad, aunque pueda parecer frágil e insignificante, si orienta realmente al auténtico bien, se apoya en Aquel que es el Señor bueno (CDE, núm. 34)”.
Lee el documento completo aquí.
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Jueves, el 17 de mayo dos Departamentos del Vaticano – la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Dicasterio por la Promoción del Desarrollo Integral Humano – colaboraron para un documento anunciado el 6 de enero llamado, ““Oeconomicae et pecuniariae quaestiones: Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico y financiero” (ahora usaré las cifras CDE). ¡Un título grande, un tema grande! Antes que los analistas y los críticos de todo tipo pongan su propia perspectiva sobre el documento, permítanme, como obispo, ofrecer unos comentarios míos. Es una declaración muy fuerte.
CDE pretende responder a un tema complejo – nuestro sistema económico global – desde la perspectiva de la Doctrina Social Católica, sin duda una tarea enorme y difícil. ¡El documento en sí no es para personas con “poco conocimiento” económico!
Los dos pilares o temas principales de su análisis son (1) la dignidad humana y (2) el bien común. Los críticos se opondrán de inmediato al que los autores no sean expertos sobre sistemas financieros ni económicos – que es verdad – pero tienen que admitir al mismo momento que su experticia en cuanto la moralidad y ética humana merece nuestra consideración atenta. Después de todo, la economía es una realidad moral que requiere de la reflexión y evaluación moral dado que cómo las decisiones económicas siempre tienen una dimensión y afectan a la sociedad humana. “En particular, es necesario emprender una reflexión ética sobre ciertos aspectos de la intermediación financiera, cuyo funcionamiento, habiéndose desvinculado de fundamentos antropológicos y morales apropiados, no sólo ha producido abusos e injusticias evidentes, sino que se ha demostrado también capaz de crear crisis sistémicas en todo el mundo (CDE, núm. 6)”. Economistas razonables y honestos no podrán negar esta reivindicación aunque puedan debatir unos de los detalles específicos.
Entender la moralidad humana requiere un mayor conocimiento del ser humano. Científicos sociales nos dicen que los seres humanos somos “relacionales” por la naturaleza y que no somos solo ninguna colección de “individuales” desconectados. Por esa razón, el bien común ocupa gran lugar en cualquier evaluación moral sobre las realidades económicas actuales y en la creación de una infraestructura legitima moral en que se puede fomentar que los sistemas económicos buscan metas justas.
“El dinero debe servir, no gobernar (CDE, núm. 6)”. Los sistemas financieros y económicos tienen que asegurar que la dignidad del ser humano con vista hacia el bien común – ningún poder arraigado ni que la riqueza esté solo en manos de pocos – está en el centro de cada estructura, sistema e institución económica. Esto no es ninguna opción sino un mandato moral. Los mercados necesitan una estructura moral para poder evitar cualquier decepción en el diseño, la decisión y la práctica y para asegurar la justicia y equilibrio que impide a la explotación, el fraude y la corrupción en cualquier y toda nivel.
En la producción de riqueza a través de iniciativas morales, “Es necesario seleccionar aquellos bienes de consumo detrás de los cuales hay un proceso éticamente digno…” de una manera en que “expresamos con los hechos una ética, y estamos llamados a tomar partido ante lo que beneficia o daña al hombre concreto (CDE, núm. 33)” para “la salvación del mundo (CDE, núm. 34)”.
Resúmenes y comentarios sobre los documentos del Vaticano como el mío no sirven para reemplazar leer los textos mismos con atención. Espero que este breve análisis sirva para prender un interés para que todos lean las 16 páginas del documento del Santo Sede, especialmente las personas con las responsabilidades profesionales que invitan más consideración moral. En fin, “Cada gesto de nuestra libertad, aunque pueda parecer frágil e insignificante, si orienta realmente al auténtico bien, se apoya en Aquel que es el Señor bueno (CDE, núm. 34)”.
Lee el documento completo aquí.