La Fiesta de la Epifanía
July 29, 2019 at 12:37 p.m.

En el Libro de Génesis, el santo autor nos cuenta que en el cuarto día de la creación Dios dijo:
“Haya lumbrerasen la expansión de los cielos para separar el día de la noche, y sean para señales y para estaciones y para días y para años; y sean por luminarias en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra.” Y así fue. Dios hizo las dos grandes lumbreras, la lumbreramayor para dominio del día y la lumbrera menor para dominio de la noche. Hizo también las estrellas. Dios las puso en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para dominar el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que era bueno (Génesis 1: 14-18)”.
Desde los primeros tiempos, los seres humanos se han fascinado por las estrellas no solo por su hermosura misteriosa sino porque muchas personas que las observaban la presencia y actividades de las estrellas las dieron más peso, identificando cosas que pasaron, que pasan o/y que pasarán. Se usaron las estrellas como guías sobre la tierra y el mar, una brújula natural para dirigirnos desde el cielo. Se consideraban las estrellas como inspiración al romance y los movimientos del corazón humano.
Cuando Génesis dice que dice que Dios creó las estrellas para “iluminar la tierra”, se lo puede interpretar literalmente o figurativamente. La Fiesta que se celebra la Iglesia Católica hoy es un ejemplo de eso.
La historia de la Epifanía en el Evangelio según San Mateo esta mañana sigue la historia navideña para nosotros. Una parte clave de la historia es la estrella que brillaba literalmente en el cielo oriental pero que también significaba el nacimiento del Mesías en Belén. Escuchamos en la primera lectura de Isaías, “Ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Caminarán los pueblos a tu luz
y los reyes, al resplandor de tu aurora”.
Al mencionar a los “reyes” nos recuerda de otro elemento importante de la historia de la Epifanía: los tres reyes mago hecho famosos en el himno navideño “Los tres reyes”. Pero el Evangelio no menciona a los reyes… porque no lo eran… Isaías se refiere a reyes pero hay que recordar que él profetizaba unos 800 años antes de Cristo. El Evangelio ni dice que había tres sino menciona los “tres” regalos de oro, incienso y mirra. Por eso pensamos que eran tres personas.
El Evangelio de San Mateo es el único que menciona a los reyes. Eran hombres sabios, los magos: viajeros distinguidos del oriente. Probablemente eran académicos y por eso tenían interés y conocimiento de esa estrella peculiar para poder seguirla como señal de un evento milagroso como el nacimiento de un nuevo rey. “Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”.
Por alguna razón, Herodes nunca vio la estrella, entonces no pudiera haber brillado tan fuertemente. Herodes escuchó de la estrella y de la interpretación de los magos mientras pasaron por Jerusalén rumbo a Belén. Al rey Herodes no le gustó nada escuchar su interpretación porque solo había espacio para un solo rey. Según el Evangelio, el se preocupó cuando los sacerdotes principales le recordaron que el Mesías iba a ser de Belén.
Al recibir unos cuantos detalles más, él envió a los magos a seguir su camino con el pedido de volver a avisar lo encontraran para que él también pudiera mostrar su respecto al nuevo rey de los judíos. Claro que tenía intenciones contrarias.
Empezaron a seguir la estrella de nuevo para terminar en Belén donde encontraron al Niño y su Madre, a quienes presentaron sus regalos, un tercer elemento de la historia de la Epifanía. Gracias a un sueño influyente, nunca volvieron a ver a Herodes.
La palabra Epifanía significa “manifestación”. EL autor de la segunda lectura de hoy de la Carta a los Efesios la identifica: “Por revelación se me dio a conocer este misterio”. La estrella, los magos, los regalos para el Niño – estas cosas eran y son la revelación y la manifestación de Dios como el Mesías, el Cristo de los profetas, llegó a Belén “por qué”, como dijo Isaías, “desde ustedes vendrá un líder quien pastoreará al rebaño de Israel”.
Personas sabias han debatido todos estos detalles escriturales de las historias de Navidad y Epifanía en los Evangelios para dos mil años, y aún lo hacen, pero nuestra fe más profunda en el Mesías prometido de Dios y toda su vida desde Belén en adelante a la cruz y cada momento en medio y después son la base de la cristiandad hasta este momento actual.
Más importante que los “detalles” y la plena historia de estas narraciones es la interpretación nuestra, sagrada y verdadera: Cristo ha venido, Cristo caminaba entre nosotros, Cristo nos salvó del pecado, Cristo, “La Palabra que se hizo Carne” ha mezclado su divinidad con nuestra humanidad y, a través de eso, nos ha mostrado la manera para vivir la vida humana autentica aquí en la tierra y la vida eterna en el cielo.
Ahora que este tiempo de Navidad termina mañana con la Fiesta del Bautismo del Señor, como cristianos todavía proclamamos y cantamos “Venid, le adoremos”.
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En el Libro de Génesis, el santo autor nos cuenta que en el cuarto día de la creación Dios dijo:
“Haya lumbrerasen la expansión de los cielos para separar el día de la noche, y sean para señales y para estaciones y para días y para años; y sean por luminarias en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra.” Y así fue. Dios hizo las dos grandes lumbreras, la lumbreramayor para dominio del día y la lumbrera menor para dominio de la noche. Hizo también las estrellas. Dios las puso en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para dominar el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que era bueno (Génesis 1: 14-18)”.
Desde los primeros tiempos, los seres humanos se han fascinado por las estrellas no solo por su hermosura misteriosa sino porque muchas personas que las observaban la presencia y actividades de las estrellas las dieron más peso, identificando cosas que pasaron, que pasan o/y que pasarán. Se usaron las estrellas como guías sobre la tierra y el mar, una brújula natural para dirigirnos desde el cielo. Se consideraban las estrellas como inspiración al romance y los movimientos del corazón humano.
Cuando Génesis dice que dice que Dios creó las estrellas para “iluminar la tierra”, se lo puede interpretar literalmente o figurativamente. La Fiesta que se celebra la Iglesia Católica hoy es un ejemplo de eso.
La historia de la Epifanía en el Evangelio según San Mateo esta mañana sigue la historia navideña para nosotros. Una parte clave de la historia es la estrella que brillaba literalmente en el cielo oriental pero que también significaba el nacimiento del Mesías en Belén. Escuchamos en la primera lectura de Isaías, “Ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Caminarán los pueblos a tu luz
y los reyes, al resplandor de tu aurora”.
Al mencionar a los “reyes” nos recuerda de otro elemento importante de la historia de la Epifanía: los tres reyes mago hecho famosos en el himno navideño “Los tres reyes”. Pero el Evangelio no menciona a los reyes… porque no lo eran… Isaías se refiere a reyes pero hay que recordar que él profetizaba unos 800 años antes de Cristo. El Evangelio ni dice que había tres sino menciona los “tres” regalos de oro, incienso y mirra. Por eso pensamos que eran tres personas.
El Evangelio de San Mateo es el único que menciona a los reyes. Eran hombres sabios, los magos: viajeros distinguidos del oriente. Probablemente eran académicos y por eso tenían interés y conocimiento de esa estrella peculiar para poder seguirla como señal de un evento milagroso como el nacimiento de un nuevo rey. “Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”.
Por alguna razón, Herodes nunca vio la estrella, entonces no pudiera haber brillado tan fuertemente. Herodes escuchó de la estrella y de la interpretación de los magos mientras pasaron por Jerusalén rumbo a Belén. Al rey Herodes no le gustó nada escuchar su interpretación porque solo había espacio para un solo rey. Según el Evangelio, el se preocupó cuando los sacerdotes principales le recordaron que el Mesías iba a ser de Belén.
Al recibir unos cuantos detalles más, él envió a los magos a seguir su camino con el pedido de volver a avisar lo encontraran para que él también pudiera mostrar su respecto al nuevo rey de los judíos. Claro que tenía intenciones contrarias.
Empezaron a seguir la estrella de nuevo para terminar en Belén donde encontraron al Niño y su Madre, a quienes presentaron sus regalos, un tercer elemento de la historia de la Epifanía. Gracias a un sueño influyente, nunca volvieron a ver a Herodes.
La palabra Epifanía significa “manifestación”. EL autor de la segunda lectura de hoy de la Carta a los Efesios la identifica: “Por revelación se me dio a conocer este misterio”. La estrella, los magos, los regalos para el Niño – estas cosas eran y son la revelación y la manifestación de Dios como el Mesías, el Cristo de los profetas, llegó a Belén “por qué”, como dijo Isaías, “desde ustedes vendrá un líder quien pastoreará al rebaño de Israel”.
Personas sabias han debatido todos estos detalles escriturales de las historias de Navidad y Epifanía en los Evangelios para dos mil años, y aún lo hacen, pero nuestra fe más profunda en el Mesías prometido de Dios y toda su vida desde Belén en adelante a la cruz y cada momento en medio y después son la base de la cristiandad hasta este momento actual.
Más importante que los “detalles” y la plena historia de estas narraciones es la interpretación nuestra, sagrada y verdadera: Cristo ha venido, Cristo caminaba entre nosotros, Cristo nos salvó del pecado, Cristo, “La Palabra que se hizo Carne” ha mezclado su divinidad con nuestra humanidad y, a través de eso, nos ha mostrado la manera para vivir la vida humana autentica aquí en la tierra y la vida eterna en el cielo.
Ahora que este tiempo de Navidad termina mañana con la Fiesta del Bautismo del Señor, como cristianos todavía proclamamos y cantamos “Venid, le adoremos”.
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