Homilía de Obispo David M. O'Connell, C.M. para la Celebración Diocesana Juvenil
July 29, 2019 at 12:37 p.m.

Los jóvenes viven en el momento presente. El “ahora” significa más para los jóvenes que “el ayer o mañana.” Sin embargo, al pasar de los años, los recuerdos se hacen más importantes, más preciosos. Los recuerdos nos ayudan a volver a esos momentos en nuestras vidas que nos han impactado, nos han afectado de alguna manera. No todos los recuerdos son buenos o alegres. Pero algunos recuerdos nos traen alegría y un sentido de paz.
Tengo una cajita donde guardo cartas y tarjetas que he recibido de la gente. Llevo años con ella. De vez en cuando, en momentos tranquilos, saco esa cajita y leo unas de las cartas y tarjetas. Una tarjeta de cumpleaños de mi madre. Una nota de mi padre. Cartas de diferentes amigos, vivos y muertos, escritos por una variedad de ocasiones a través de los años. Y estas pequeñas correspondencias traen a la vida todo tipo de momentos y experiencias en la vida; momentos felices, tristes, éxitos y fallas, y todo lo demás. Leerlas trae emociones que surgen desde la profundidad de mi ser.
A veces, el Nuevo Testamento – las Escrituras Cristianas – se parecen mucho a esta especie de cajita. Contiene cartas, mensajes e historias escritas en un tiempo lejano al presente; de y por gente o comunidades lejanas. En momentos tranquilos – y de hecho en cada Misa que celebramos – tomamos las escrituras y las abrimos a una de las cartas de San Pablo o a uno de los cuatro Evangelios, o como en el caso de hoy, a los Hechos de los Apóstoles. Cuando oímos o leemos estas escrituras, somos transportados a momentos y experiencias de los orígenes del Cristianismo y de la Iglesia. Tal vez, tiene más razón decir que tomamos nuestra herencia Cristiana y la transportamos al presente. Reconocemos, como Iglesia, que los mensajes de las escrituras no solo hablan históricamente a los primeros cristianos, sino están dirigidas a nosotros también.
En estos días seguimos celebrando el tiempo de Pascua y recordamos y mantenemos presente la muerte y resurrección de Jesús y el impacto que tuvo en la Iglesia durante sus inicios. Nuestro Evangelio de San Juan hoy nos relata una historia interesante sobre los Apóstoles, siete de ellos, quienes después de la muerte de Jesús volvieron a su forma de vida previa; la pesca. Y mientras sus esfuerzos parecían en vano, algo pasa. Jesús se les aparece, desconocido, pero ahí está. Les instruye en donde encontrar los peces y al seguir sus instrucciones logran pescar bastante. Y reconocen a Jesús. “Es el Señor.” El los invita a un desayuno ya preparado sobre la fogata. La fogata aparece dos veces en estas semanas: una vez cuando Pedro niega a Jesús en la plaza y hoy, cuando Pedro reconoce al Señor Resucitado. Jesús se les aparece a sus seguidores de esta manera para darles ánimo, para que su recuerdo no se disminuya y que ellos vuelvan a sus vidas anteriores.
Las apariciones de Jesús prepararon a los Apóstoles para lo que experimentarían y encontrarían mientras compartían la memoria y el mensaje de Jesús con el mundo. Nuestra primera lectura de Actos de los Apóstoles – de hecho todo lo que leemos durante este tiempo de Pascua – nos cuenta esa historia.
La Pascua, para nosotros es una memoria. Pero, más que eso, más que simplemente una colección de recuerdos del pasado, la Pascua es una realidad del presente y del futuro. Nos ofrece la posibilidad de sobrepasar la influencia y poder negativo de este mundo, de la cultura en que vivimos, para vivir en Cristo. Jesús se nos aparece constantemente, invitándonos a su comida, invitándonos a seguirle. Somos una gente de la Pascua.
El tema de la Celebración Diocesana Juvenil ha sido “Trenton Tiene Talento.” El “talento” que celebramos en nuestra diócesis es nuestra habilidad como personas jóvenes de no solo vivir en el “ahora” sino de reconocer de donde viene la Iglesia y a donde va…y la manera que participamos en toda la experiencia de fe como gente joven. Como los Apóstoles en el Evangelio de hoy, tenemos el talento de reconocer a Jesús, verlo en otros, poder hacerlo parte de nuestras vidas, alejarnos de las cosas malas para hacer el bien. Para hacer cada día de nuestras vidas una Pascua.[[In-content Ad]]Related Stories
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Los jóvenes viven en el momento presente. El “ahora” significa más para los jóvenes que “el ayer o mañana.” Sin embargo, al pasar de los años, los recuerdos se hacen más importantes, más preciosos. Los recuerdos nos ayudan a volver a esos momentos en nuestras vidas que nos han impactado, nos han afectado de alguna manera. No todos los recuerdos son buenos o alegres. Pero algunos recuerdos nos traen alegría y un sentido de paz.
Tengo una cajita donde guardo cartas y tarjetas que he recibido de la gente. Llevo años con ella. De vez en cuando, en momentos tranquilos, saco esa cajita y leo unas de las cartas y tarjetas. Una tarjeta de cumpleaños de mi madre. Una nota de mi padre. Cartas de diferentes amigos, vivos y muertos, escritos por una variedad de ocasiones a través de los años. Y estas pequeñas correspondencias traen a la vida todo tipo de momentos y experiencias en la vida; momentos felices, tristes, éxitos y fallas, y todo lo demás. Leerlas trae emociones que surgen desde la profundidad de mi ser.
A veces, el Nuevo Testamento – las Escrituras Cristianas – se parecen mucho a esta especie de cajita. Contiene cartas, mensajes e historias escritas en un tiempo lejano al presente; de y por gente o comunidades lejanas. En momentos tranquilos – y de hecho en cada Misa que celebramos – tomamos las escrituras y las abrimos a una de las cartas de San Pablo o a uno de los cuatro Evangelios, o como en el caso de hoy, a los Hechos de los Apóstoles. Cuando oímos o leemos estas escrituras, somos transportados a momentos y experiencias de los orígenes del Cristianismo y de la Iglesia. Tal vez, tiene más razón decir que tomamos nuestra herencia Cristiana y la transportamos al presente. Reconocemos, como Iglesia, que los mensajes de las escrituras no solo hablan históricamente a los primeros cristianos, sino están dirigidas a nosotros también.
En estos días seguimos celebrando el tiempo de Pascua y recordamos y mantenemos presente la muerte y resurrección de Jesús y el impacto que tuvo en la Iglesia durante sus inicios. Nuestro Evangelio de San Juan hoy nos relata una historia interesante sobre los Apóstoles, siete de ellos, quienes después de la muerte de Jesús volvieron a su forma de vida previa; la pesca. Y mientras sus esfuerzos parecían en vano, algo pasa. Jesús se les aparece, desconocido, pero ahí está. Les instruye en donde encontrar los peces y al seguir sus instrucciones logran pescar bastante. Y reconocen a Jesús. “Es el Señor.” El los invita a un desayuno ya preparado sobre la fogata. La fogata aparece dos veces en estas semanas: una vez cuando Pedro niega a Jesús en la plaza y hoy, cuando Pedro reconoce al Señor Resucitado. Jesús se les aparece a sus seguidores de esta manera para darles ánimo, para que su recuerdo no se disminuya y que ellos vuelvan a sus vidas anteriores.
Las apariciones de Jesús prepararon a los Apóstoles para lo que experimentarían y encontrarían mientras compartían la memoria y el mensaje de Jesús con el mundo. Nuestra primera lectura de Actos de los Apóstoles – de hecho todo lo que leemos durante este tiempo de Pascua – nos cuenta esa historia.
La Pascua, para nosotros es una memoria. Pero, más que eso, más que simplemente una colección de recuerdos del pasado, la Pascua es una realidad del presente y del futuro. Nos ofrece la posibilidad de sobrepasar la influencia y poder negativo de este mundo, de la cultura en que vivimos, para vivir en Cristo. Jesús se nos aparece constantemente, invitándonos a su comida, invitándonos a seguirle. Somos una gente de la Pascua.
El tema de la Celebración Diocesana Juvenil ha sido “Trenton Tiene Talento.” El “talento” que celebramos en nuestra diócesis es nuestra habilidad como personas jóvenes de no solo vivir en el “ahora” sino de reconocer de donde viene la Iglesia y a donde va…y la manera que participamos en toda la experiencia de fe como gente joven. Como los Apóstoles en el Evangelio de hoy, tenemos el talento de reconocer a Jesús, verlo en otros, poder hacerlo parte de nuestras vidas, alejarnos de las cosas malas para hacer el bien. Para hacer cada día de nuestras vidas una Pascua.[[In-content Ad]]