En Madre de Dios, Perú, iglesia ayuda pueblos indígenas a sobrevivir
July 29, 2019 at 12:37 p.m.

ARAZAIRE, Perú (CNS) -- El obispo David Martínez de Aguirre Guinea de Puerto Maldonado escuchaba a la líder harákmbut Matilde Tije mientras hablaba sobre la situación difícil de su pueblo.
En su aldea de 110 residentes indígenas no hay escuela ni agua potable y los niños beben agua en botellas de Coca Cola. Aunque los harákmbut obtuvieron los títulos de propiedad de sus tierras en 1977, desde entonces se han concedido 18 permisos de minería en esas tierras. La gente dice que la minería ha contaminado sus ríos por el mercurio que se usa en el proceso de extracción y la rama del gobierno responsable de supervisar los recursos forestales constantemente le impone multas y presiona a miembros de la comunidad para que dejen la agricultura, pesca y cacería.
"Cómo podemos vivir si no podemos pescar ni cazar?", preguntó Tije entre lágrimas. "A veces lo único que tenemos para comer es plátano".
Tres miembros de la comunidad Arazaire están detenidos por no pagar multas debido a que madereros ilegales cortaron árboles en la zona. Y recientemente representantes estatales han ordenado que cada una de las 22 familias que viven allí tienen que pagarle al gobierno 35 soles ($10) mensualmente por el agua de lluvia que ellos usan.
"La situación que usted describe es la razón por la cual el papa Francisco visitó Madre de Dios", le dijo el obispo Martínez a Matilde Tije refiriéndose a la visita del papa Francisco al Amazonas el 19 de enero.
Madre de Dios, una región del tamaño de Kansas en el bosque amazónico cerca de la frontera con Brasil y Bolivia, ha sido descrita como "la periferia de las periferias". La decisión del papa Francisco de visitarla le dio atención a la situación difícil de los pueblos indígenas y del valioso bosque pluvial que se extiende por nueve países; ambos serán discutidos durante un sínodo especial de los obispos en el Vaticano en octubre de 2019.
Unos 29,000 habitantes de la población de 348,000 pertenecen a 22 tribus indígenas. Ellos son descendientes de personas esclavizadas en las plantaciones durante la bonanza del caucho del siglo 19 y que fue denunciada por el papa Pío X en su encíclica "Lacrimabili Statu Indorum".
Hoy día el oro atrae a los que buscan minas de pequeña escala que hay aquí. La fiebre del oro ha traído degradación ambiental, trata de personas, incluso de niñas pequeñas engañadas para trabajar como prostitutas en los centros mineros ilegales, y choques violentos entre grupos armados que se pelean por las vetas de mina más lucrativas. Madre de Dios tiene hoy día el segundo índice más alto de homicidios en Perú.
Cáritas, la agencia caritativa de la iglesia, ha trabajado con la comunidad de Arazaire para construir un plan comunal que establece las necesidades, prioridades y propuestas definidas colectivamente para actividades que generen ingresos. El documento se usa como referencia en todo tipo de negociaciones con el estado o con otros participantes.
La iglesia también está trabajando para promover iniciativas ambientales y sociales responsables para mitigar el daño causado por la minería descontrolada. Ejemplo de esto es su ayuda en el asentamiento Fortuna, donde la gente ha optado por crear una empresa minera responsable, Fortumil. La compañía, que se comporta socialmente responsable en el proceso de producción de oro, fue fundada por 16 socios, y está usando un mínimo de mercurio. Las ganancias benefician a toda la comunidad de 40 familias. Allí no se permite el alcohol y la prostitución es prohibida.
La comisión de acción social de los obispos peruanos, junto con Servicios Católicos de Socorro de los obispos estadounidenses, han provisto asesoría sobre cómo operar un negocio pequeño y generalmente han acompañado el proceso.
Las iniciativas agroforestales que generan ingreso y revitalizan la tierra son una prioridad para la iglesia. A unas 25 millas de la llanura de La Pampa, una asociación de productores de cacao -- acompañada y apoyada por Cáritas -- vende cacao, frutas y vegetales en mercados de comercio justo internacionales y locales.
Tales iniciativas, así como la promoción de la restauración ambiental, también apoyan a los habitantes de la región.
Al obispo Martínez le preocupan los grupos que no consideran las necesidades de la gente.
"Esta gente tiene que pescar y cazar para sobrevivir y sus actividades son a baja escala y sostenibles", dijo el obispo Martínez. "Las normas ambientales para proteger el Amazonas tienen que incluir la supervivencia de sus pueblos".
El obispo tiene la esperanza de que el sínodo de 2019 mejore la situación para los pueblos indígenas de aquí. Las organizaciones de la iglesia ya se están preparando para el sínodo. El Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica, conocido como CAAAP, está preparando consultas con los pueblos indígenas locales de todas las regiones amazónicas de Perú. Los 13 obispos de la región amazónica peruana crearon la organización social en 1974.
El obispo Martínez dijo que representantes de la iglesia tienen la esperanza de que el sínodo aumente la consciencia de la región amazónica y que no se vea simplemente como un lugar para saquear, sino como un espacio que merece ser protegido. "Somos una iglesia amazónica con el Amazonas en su corazón. Tenemos que asegurar que los pueblos del Amazonas tengan una participación más fuerte en la iglesia y que su contribución nos muestre el rostro de Cristo y pueda enriquecernos".
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ARAZAIRE, Perú (CNS) -- El obispo David Martínez de Aguirre Guinea de Puerto Maldonado escuchaba a la líder harákmbut Matilde Tije mientras hablaba sobre la situación difícil de su pueblo.
En su aldea de 110 residentes indígenas no hay escuela ni agua potable y los niños beben agua en botellas de Coca Cola. Aunque los harákmbut obtuvieron los títulos de propiedad de sus tierras en 1977, desde entonces se han concedido 18 permisos de minería en esas tierras. La gente dice que la minería ha contaminado sus ríos por el mercurio que se usa en el proceso de extracción y la rama del gobierno responsable de supervisar los recursos forestales constantemente le impone multas y presiona a miembros de la comunidad para que dejen la agricultura, pesca y cacería.
"Cómo podemos vivir si no podemos pescar ni cazar?", preguntó Tije entre lágrimas. "A veces lo único que tenemos para comer es plátano".
Tres miembros de la comunidad Arazaire están detenidos por no pagar multas debido a que madereros ilegales cortaron árboles en la zona. Y recientemente representantes estatales han ordenado que cada una de las 22 familias que viven allí tienen que pagarle al gobierno 35 soles ($10) mensualmente por el agua de lluvia que ellos usan.
"La situación que usted describe es la razón por la cual el papa Francisco visitó Madre de Dios", le dijo el obispo Martínez a Matilde Tije refiriéndose a la visita del papa Francisco al Amazonas el 19 de enero.
Madre de Dios, una región del tamaño de Kansas en el bosque amazónico cerca de la frontera con Brasil y Bolivia, ha sido descrita como "la periferia de las periferias". La decisión del papa Francisco de visitarla le dio atención a la situación difícil de los pueblos indígenas y del valioso bosque pluvial que se extiende por nueve países; ambos serán discutidos durante un sínodo especial de los obispos en el Vaticano en octubre de 2019.
Unos 29,000 habitantes de la población de 348,000 pertenecen a 22 tribus indígenas. Ellos son descendientes de personas esclavizadas en las plantaciones durante la bonanza del caucho del siglo 19 y que fue denunciada por el papa Pío X en su encíclica "Lacrimabili Statu Indorum".
Hoy día el oro atrae a los que buscan minas de pequeña escala que hay aquí. La fiebre del oro ha traído degradación ambiental, trata de personas, incluso de niñas pequeñas engañadas para trabajar como prostitutas en los centros mineros ilegales, y choques violentos entre grupos armados que se pelean por las vetas de mina más lucrativas. Madre de Dios tiene hoy día el segundo índice más alto de homicidios en Perú.
Cáritas, la agencia caritativa de la iglesia, ha trabajado con la comunidad de Arazaire para construir un plan comunal que establece las necesidades, prioridades y propuestas definidas colectivamente para actividades que generen ingresos. El documento se usa como referencia en todo tipo de negociaciones con el estado o con otros participantes.
La iglesia también está trabajando para promover iniciativas ambientales y sociales responsables para mitigar el daño causado por la minería descontrolada. Ejemplo de esto es su ayuda en el asentamiento Fortuna, donde la gente ha optado por crear una empresa minera responsable, Fortumil. La compañía, que se comporta socialmente responsable en el proceso de producción de oro, fue fundada por 16 socios, y está usando un mínimo de mercurio. Las ganancias benefician a toda la comunidad de 40 familias. Allí no se permite el alcohol y la prostitución es prohibida.
La comisión de acción social de los obispos peruanos, junto con Servicios Católicos de Socorro de los obispos estadounidenses, han provisto asesoría sobre cómo operar un negocio pequeño y generalmente han acompañado el proceso.
Las iniciativas agroforestales que generan ingreso y revitalizan la tierra son una prioridad para la iglesia. A unas 25 millas de la llanura de La Pampa, una asociación de productores de cacao -- acompañada y apoyada por Cáritas -- vende cacao, frutas y vegetales en mercados de comercio justo internacionales y locales.
Tales iniciativas, así como la promoción de la restauración ambiental, también apoyan a los habitantes de la región.
Al obispo Martínez le preocupan los grupos que no consideran las necesidades de la gente.
"Esta gente tiene que pescar y cazar para sobrevivir y sus actividades son a baja escala y sostenibles", dijo el obispo Martínez. "Las normas ambientales para proteger el Amazonas tienen que incluir la supervivencia de sus pueblos".
El obispo tiene la esperanza de que el sínodo de 2019 mejore la situación para los pueblos indígenas de aquí. Las organizaciones de la iglesia ya se están preparando para el sínodo. El Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica, conocido como CAAAP, está preparando consultas con los pueblos indígenas locales de todas las regiones amazónicas de Perú. Los 13 obispos de la región amazónica peruana crearon la organización social en 1974.
El obispo Martínez dijo que representantes de la iglesia tienen la esperanza de que el sínodo aumente la consciencia de la región amazónica y que no se vea simplemente como un lugar para saquear, sino como un espacio que merece ser protegido. "Somos una iglesia amazónica con el Amazonas en su corazón. Tenemos que asegurar que los pueblos del Amazonas tengan una participación más fuerte en la iglesia y que su contribución nos muestre el rostro de Cristo y pueda enriquecernos".
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