Conocemos un poco al doctor Hosffman Ospino
July 29, 2019 at 12:37 p.m.

Lawrence es la ciudad más pobre de Nueva Inglaterra y una de las treinta ciudades más pobres del país. Es bastante diversa. La parroquia de San Patricio es una comunidad urbana con tres comunidades lingüísticas distintas: inglés, español y vietnamita.
Aunque paso bastante parte de mi tiempo en ambientes académico enseñando, escribiendo y haciendo investigación, no me considero un académico de biblioteca. He hecho el compromiso de participar activamente en la vida de una comunidad de fe para aterrizar mi trabajo académico como teólogo.
La parroquia de San Patricio es una comunidad fascinante. Tener que vivir en la pobreza no es fácil. Muchas de las familias en nuestra comunidad a duras penas sobreviven. Muchas de ellas tienen que confrontar violencia, separaciones, divisiones, adicciones y la incapacidad de proveer lo básico a los más jóvenes o a aquellos más necesitados. Nuestra ciudad tiene un gran problema de pandillas. El hambre es algo real para muchas personas, especialmente muchos niños y ancianos. Aparte de estas dinámicas sociales, la diversidad cultural de nuestra parroquia crea tensiones. La comunidad anglo se está reduciendo, mientras que las comunidades hispana y vietnamita crecen.
Enfrentar todas estas realidades no es nada fácil. Algunas veces las personas son heridas, otras se hacen indiferentes, e incluso muchas no sabe qué hacer. Todas estas cosas se convierten en una oportunidad para experimentar la misericordia. Nada más real que tratar de construir una comunidad parroquial, aquel lugar en donde podamos traer nuestras esperanzas, gozos, luchas y ansiedades. ¡Pocos lugares como la parroquia para encontrar y practicar la misericordia infinita de Dios!
La respuesta anterior ofrece una idea de lo que estaré desarrollando en mi presentación. Por un buen tiempo he estado estudiando parroquias culturalmente diversas. El 40% de las parroquias católicas son consideradas multiculturales. Muchas más experimentan diversidad más allá de la etnicidad y los idiomas. En mi presentación hablaré de la parroquia como un microcosmos de la Iglesia y la sociedad en general. Allí vamos con nuestras familias buscando un encuentro con Dios por medio de Jesucristo.
En la parroquia nos encontramos a otras personas que son como nosotros y muchas otras que no lo son. Al juntarnos, nos encontramos con la misericordia de Dios por medio de la Palabra de Dios, la celebración de los sacramentos y la vida de oración. Pero también nos encontramos con la misericordia de Dios cuando aprendemos los unos de los otros, especialmente cuando descubrimos nuestras necesidades y hacemos nuestro el llamado a servir.
Cuando el Papa Francisco habla de la Iglesia como un hospital en un campo de batalla, la parroquia es precisamente eso: un hospital el barrio. Allí vamos para asegurarnos que nuestras vidas espirituales y sociales estén bien. Allí vamos a ser sanados. Porque la diversidad cultural y lingüística es un gran factor que afecta las vidas de miles de comunidades parroquiales en los Estados Unidos, hablaré de la manera como experimentar y practicar la misericordia en una Iglesia culturalmente diversa.
Hablar de misericordia es hablar de amor. Amor sin límites, el amor divino de Dios. Muchos de nosotros hablamos de amor, perdón y reconciliación en nuestra sociedad, pero con frecuencia le robamos el sentido religioso a estos términos. ¿Qué puede ser más cristiano que el amor, el perdón y la reconciliación? El hecho de que el Papa Francisco nos haya invitado a dedicar un año completo a reflexionar sobre la misericordia es providencial.
Veo dos cosas ocurriendo.
Por un lado, los católicos hemos sido llamados a regresar a las bases de nuestra identidad, al corazón del Evangelio. El siguiente pasaje capta bien lo que somos como discípulos de Jesucristo: “«Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?». Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas»” (Mt 22:36-40).
Por otro lado, los católicos estamos siendo invitados a llevar lo mejor de nuestras convicciones de fe al diálogo con el resto de nuestras vidas, especialmente en la vida pública. No es suficiente hablar de amor, sino que hay que volver a Cristo y hablar de amor cristiano. No es suficiente hablar de perdón, sino que hay que perdonar y ser perdonados en el Señor. No es suficiente hablar de reconciliación, sino que hay que experimentarlo en la manera como Dios nos reconcilia. Como podemos ver, nos encontramos con un doble movimiento: hacemos nuestro de nuevo lo que somos y lo proclamamos con palabras y acciones. Este Año de la Misericordia es una oportunidad de reflexionar una vez más sobre el poder transformador del amor infinito de Dios, el cual se nos da libre y gratuitamente en Jesucristo.
Es un honor ser invitado una vez más a la Diócesis de Trenton y ser parte de esta conferencia diocesana. No hace mucho tiempo que el Papa Francisco envió cientos de sacerdotes de todas partes del mundo como misioneros de la misericordia. Creo que todo bautizado debe ser un misionero de la misericordia.
Todo padre y madre de familia, líder pastoral, catequista, maestro, teólogo católico, etc., debemos ser misioneros de la misericordia. Me veo como alguien que comparte sobre la manera como la misericordia se experimenta en la parroquia y como se puede experimentar mejor. Hablo de misericordia no tanto porque sea un “experto”, sino porque a pensar de mis faltas y limitaciones, las cuales son extraordinariamente muchas, continúo experimentando el amor de Dios en mi vida y en la vida de muchos. De lo que he recibido y he visto, de eso hablo.
Hosffman Ospino, PhD es profesor de teología y educación religiosa en la Escuela de Teología y Ministerio de Boston College. Su investigación se enfoca en la manera como la conversación entre fe y cultura impactan las prácticas ministeriales y educativas de la Iglesia. El Profesor Ospino ha escrito y editado varios libros sobre ministerio hispano, teología y catequesis. Sirvió como el investigador principal del Estudio nacional de parroquias católicas con ministerio hispano, publicado en el 2014, y el Estudio nacional de escuelas católicas al servicio de familias hispanas, publicado en el 2016. Es uno de los oficiales de la Academia de Teólogos Católicos Hispanos de los Estados Unidos (ACHTUS), miembro de la junta directiva de la Asociación Nacional de Educación Católica (NCEA) y miembro del equipo central coordinando el V Encuentro Nacional de Ministerio Hispano/Latino.
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Lawrence es la ciudad más pobre de Nueva Inglaterra y una de las treinta ciudades más pobres del país. Es bastante diversa. La parroquia de San Patricio es una comunidad urbana con tres comunidades lingüísticas distintas: inglés, español y vietnamita.
Aunque paso bastante parte de mi tiempo en ambientes académico enseñando, escribiendo y haciendo investigación, no me considero un académico de biblioteca. He hecho el compromiso de participar activamente en la vida de una comunidad de fe para aterrizar mi trabajo académico como teólogo.
La parroquia de San Patricio es una comunidad fascinante. Tener que vivir en la pobreza no es fácil. Muchas de las familias en nuestra comunidad a duras penas sobreviven. Muchas de ellas tienen que confrontar violencia, separaciones, divisiones, adicciones y la incapacidad de proveer lo básico a los más jóvenes o a aquellos más necesitados. Nuestra ciudad tiene un gran problema de pandillas. El hambre es algo real para muchas personas, especialmente muchos niños y ancianos. Aparte de estas dinámicas sociales, la diversidad cultural de nuestra parroquia crea tensiones. La comunidad anglo se está reduciendo, mientras que las comunidades hispana y vietnamita crecen.
Enfrentar todas estas realidades no es nada fácil. Algunas veces las personas son heridas, otras se hacen indiferentes, e incluso muchas no sabe qué hacer. Todas estas cosas se convierten en una oportunidad para experimentar la misericordia. Nada más real que tratar de construir una comunidad parroquial, aquel lugar en donde podamos traer nuestras esperanzas, gozos, luchas y ansiedades. ¡Pocos lugares como la parroquia para encontrar y practicar la misericordia infinita de Dios!
La respuesta anterior ofrece una idea de lo que estaré desarrollando en mi presentación. Por un buen tiempo he estado estudiando parroquias culturalmente diversas. El 40% de las parroquias católicas son consideradas multiculturales. Muchas más experimentan diversidad más allá de la etnicidad y los idiomas. En mi presentación hablaré de la parroquia como un microcosmos de la Iglesia y la sociedad en general. Allí vamos con nuestras familias buscando un encuentro con Dios por medio de Jesucristo.
En la parroquia nos encontramos a otras personas que son como nosotros y muchas otras que no lo son. Al juntarnos, nos encontramos con la misericordia de Dios por medio de la Palabra de Dios, la celebración de los sacramentos y la vida de oración. Pero también nos encontramos con la misericordia de Dios cuando aprendemos los unos de los otros, especialmente cuando descubrimos nuestras necesidades y hacemos nuestro el llamado a servir.
Cuando el Papa Francisco habla de la Iglesia como un hospital en un campo de batalla, la parroquia es precisamente eso: un hospital el barrio. Allí vamos para asegurarnos que nuestras vidas espirituales y sociales estén bien. Allí vamos a ser sanados. Porque la diversidad cultural y lingüística es un gran factor que afecta las vidas de miles de comunidades parroquiales en los Estados Unidos, hablaré de la manera como experimentar y practicar la misericordia en una Iglesia culturalmente diversa.
Hablar de misericordia es hablar de amor. Amor sin límites, el amor divino de Dios. Muchos de nosotros hablamos de amor, perdón y reconciliación en nuestra sociedad, pero con frecuencia le robamos el sentido religioso a estos términos. ¿Qué puede ser más cristiano que el amor, el perdón y la reconciliación? El hecho de que el Papa Francisco nos haya invitado a dedicar un año completo a reflexionar sobre la misericordia es providencial.
Veo dos cosas ocurriendo.
Por un lado, los católicos hemos sido llamados a regresar a las bases de nuestra identidad, al corazón del Evangelio. El siguiente pasaje capta bien lo que somos como discípulos de Jesucristo: “«Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?». Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas»” (Mt 22:36-40).
Por otro lado, los católicos estamos siendo invitados a llevar lo mejor de nuestras convicciones de fe al diálogo con el resto de nuestras vidas, especialmente en la vida pública. No es suficiente hablar de amor, sino que hay que volver a Cristo y hablar de amor cristiano. No es suficiente hablar de perdón, sino que hay que perdonar y ser perdonados en el Señor. No es suficiente hablar de reconciliación, sino que hay que experimentarlo en la manera como Dios nos reconcilia. Como podemos ver, nos encontramos con un doble movimiento: hacemos nuestro de nuevo lo que somos y lo proclamamos con palabras y acciones. Este Año de la Misericordia es una oportunidad de reflexionar una vez más sobre el poder transformador del amor infinito de Dios, el cual se nos da libre y gratuitamente en Jesucristo.
Es un honor ser invitado una vez más a la Diócesis de Trenton y ser parte de esta conferencia diocesana. No hace mucho tiempo que el Papa Francisco envió cientos de sacerdotes de todas partes del mundo como misioneros de la misericordia. Creo que todo bautizado debe ser un misionero de la misericordia.
Todo padre y madre de familia, líder pastoral, catequista, maestro, teólogo católico, etc., debemos ser misioneros de la misericordia. Me veo como alguien que comparte sobre la manera como la misericordia se experimenta en la parroquia y como se puede experimentar mejor. Hablo de misericordia no tanto porque sea un “experto”, sino porque a pensar de mis faltas y limitaciones, las cuales son extraordinariamente muchas, continúo experimentando el amor de Dios en mi vida y en la vida de muchos. De lo que he recibido y he visto, de eso hablo.
Hosffman Ospino, PhD es profesor de teología y educación religiosa en la Escuela de Teología y Ministerio de Boston College. Su investigación se enfoca en la manera como la conversación entre fe y cultura impactan las prácticas ministeriales y educativas de la Iglesia. El Profesor Ospino ha escrito y editado varios libros sobre ministerio hispano, teología y catequesis. Sirvió como el investigador principal del Estudio nacional de parroquias católicas con ministerio hispano, publicado en el 2014, y el Estudio nacional de escuelas católicas al servicio de familias hispanas, publicado en el 2016. Es uno de los oficiales de la Academia de Teólogos Católicos Hispanos de los Estados Unidos (ACHTUS), miembro de la junta directiva de la Asociación Nacional de Educación Católica (NCEA) y miembro del equipo central coordinando el V Encuentro Nacional de Ministerio Hispano/Latino.
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