Este año,
la Iglesia estadounidense y en nuestra propia Diócesis celebramos la Semana
Nacional del Matrimonio del 7 al 14 de febrero y el Día Mundial del Matrimonio
el 13 de febrero para honrar a los esposos como la fundación de la familia, la
unidad básica de la sociedad. Cuando contemplamos el matrimonio, suelen venir a
la mente palabras como amor, fidelidad, confianza, sacrificio, perdón, y
perseverancia entre otras. Para nosotros de la Iglesia, la idea de Sacramento y
alianza incorpora todas esas palabras al considerar la relación amorosa y
bendecida entre un hombre y una mujer en una unión fiel, fructosa y por
siempre. Ningún otro equipo iguala este regalo bendecido de parte de nuestro
Creador, presente desde el comienzo del mundo.
El Día
Mundial del Matrimonio nació en el 1981 como parte de la experiencia de parejas
participando en el “Encuentro Mundial de Matrimonios”, un movimiento fundado en
España como “Encuentro Conyugal” – por el difunto padre Gabriel Calvo
(1927-2021), quien devotó su ministerio sacerdotal (1952-2021) completamente al
cuidado pastoral de matrimonios y familias.
“Dentro de
cada pareja”, reflexionó, “está una energía divina de amor. Se lo reparte a
través de un compartir profundo entre esposo y esposa, por comunicar sus
sentimientos y la plenitud de sus vidas juntos. No se puede hace en un solo
momento”.
El papa
san Juan Pablo II impartió su bendición apostólica al Día Mundial del
Matrimonio en el 1993 y se lo ha celebrado desde entonces en las diócesis de
por el mundo. La meta es honrar a los esposos y esposas por su amor y fidelidad
mutuo sacrificial, encardenado en “su Sacramento propio especial”. La Iglesia
siempre ha creído y enseñado que el matrimonio es la “imagen” de la unión de
Cristo con su Iglesia. El papa difunto notó que “el matrimonio es un acto de
voluntad que significa un regalo mutuo que une a los esposos atándolos a sus
futuras con los cuales crean una sola familia, una ‘Iglesia doméstica’”.
Seguimos usando y aplicando esa expresión.
Aquí en
nuestra Diócesis, siguiendo la dirección de la Conferencia de Obispos Católicos
de los EE.UU. (USCCB por sus siglas en inglés), la Semana Nacional del
Matrimonio y el Día Mundial del Matrimonio nos ayudan a enfocarnos en construir
una “cultura de vida y amor” que empieza con apoyar y promover el matrimonio y
la familia. El tema para las celebraciones de este año es “Llamados a la
alegría del amor”. La USCCB ha producido recursos para nuestro uso y nuestra Diócesis también ha
producido herramientas excelentes para facilitar la formación y celebración matrimonial.
Cada año
en octubre, celebro dos Misas – una para los condados de Mercer y Burlington en
la Catedral Santa María de la Asunción en Trenton y otra para los condados de
Monmouth y Ocean en la Co-Catedral San Roberto Belarmino en Freehold – para
honrar a los matrimonios conmemorando sus 1, 25 y 50 + aniversarios. Son
ocasiones maravillosas y hermosamente espirituales para los matrimonios y sus
familias además que sus sacerdotes parroquiales, el personal diocesano y yo
como su obispo. Son hitos de alegría t fe para la plena Diócesis y
reconocimientos apropiados de las vidas del amor de las parejas.
En mi
homilía para una de las Misas, yo prediqué a los matrimonios presentes:
Ustedes
han escogido casarse ante un Dios generoso quien amó tanto al mundo que se nos
dio Dios mismo a nosotros en la persona de Jesucristo. Y en el Espíritu de este
Dios generoso, el esposo y la esposa se entregan uno al otro. Una vida
espiritual crece mientras el amor encuentro su centro más allá que nosotros
mismos: en Dios. Las relaciones fieles y comprometidas ofrecen una puerta al
misterio de la vida espiritual por la cual descubrimos esto: lo más que damos
de nosotros mismos, lo más se enriquece el alma; la más allá que vamos en el
amor, la más que nos convertimos en nuestros seres más verdaderos y se nos
revela nuestra hermosura espiritual. En el matrimonio, anhelamos llevar al otro
a una vida más plena y pertenecerse más a cada uno, no como ninguna posesión,
sino como una posibilidad del amor verdadero y profundo” (“Homilía de la
Bendición Matrimonial”, Co-Catedral San Roberto Belarmino, Freehold, 15 de
octubre, 2015).
Este año,
mientras la Diócesis celebra la Semana Nacional del Matrimonio y la Jornada
Mundial Matrimonial, que juntos le demos las gracias a Dios por el don, la
vocación y el testimonio de la vida matrimonial y sus muchas bendiciones,
alegrías y también desafíos dentro de nuestra querida Diócesis. Que los
matrimonios reflejen el amor que Cristo tiene por su Iglesia, siempre
recordando su mandato a todos nosotros, lo que sea nuestra vocación: “Ámense
unos a los otros como yo los he amado” (Juan 13:34).