CIUDAD DEL VATICANO (CNS) – Si los cristianos no recordamos
en oración a los que sufren, la oración se convierte en una actividad
superficial que alimenta el ego en vez de hacernos bien a nosotros y a los
demás, dijo el papa Francisco.
"Quien reza no deja nunca el mundo a sus
espaldas", más bien, busca interceder por la humanidad a través de la
oración, dijo el papa el 16 de diciembre durante su audiencia general semanal.
"Cuando un creyente, movido por el Espíritu Santo, reza
por los pecadores, no hace selecciones, no emite juicios ni condena",
dijo. "Reza por todos y reza también por sí mismo. En ese momento sabe que
no es demasiado diferente de las personas por las que reza".
Continuando su serie de charlas sobre la oración, el papa
reflexionó sobre "la oración de intercesión".
Aunque muchos buscan la soledad y el silencio para orar,
dijo, hay que hacerlo teniendo siempre "abierta la puerta de su
corazón" para orar por los que no pueden rezar o no rezan por sí mismos.
Los que rezan pensando en los demás son como "las
antenas de Dios en este mundo" y, como dice el Catecismo de la Iglesia
Católica, tienen "un corazón en sintonía con la misericordia de
Dios".
"Esto es muy bonito", dijo el papa,
espontáneamente. "Cuando oramos, estamos en sintonía con la misericordia
de Dios, misericordia en relación con nuestros pecados --es misericordioso con
nosotros--. Pero también misericordia hacia todos aquellos que han pedido rezar
por ellos, por los cuales queremos rezar en sintonía con el corazón de Dios.
Esta es la verdadera oración: estar en sintonía con la misericordia de Dios,
ese corazón misericordioso".
Continuando con la cita del catecismo, el papa dijo que los
que rezan por los demás participan en la intercesión de Cristo ante Dios por
toda la humanidad.
La verdadera oración, continuó, debe hacerse en "un
espíritu de amor". Aquellos que no rezan con amor en su corazón,
especialmente por los demás, solo "fingen rezar, o creen que rezan, pero
no rezan porque falta ese espíritu de amor".
Recordando la parábola de Cristo del fariseo y el publicano
orando en el templo, el papa dijo que la misma sirve como un recordatorio de
que "no somos mejores que nadie" y que, como pecadores, compartimos
"la fragilidad, los sufrimientos y el ser pecadores".
El que ora como el fariseo lo hace "de una forma
soberbia" que no es oración, sino es más como "mirarse al espejo con
maquillaje".
"Todos somos hojas del mismo árbol", dijo el papa
Francisco. "Cada desprendimiento nos recuerda la gran piedad que debemos
nutrir, en la oración, los unos por los otros. Recemos los unos por los otros:
nos hará bien a nosotros y hará bien a todos".