San Pablo escribió: “Si no hay Resurrección de los muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y nuestra fe”
(1 Corintios 15:13-14). 

Esos son algunos “si” bastante grandes con algunas consecuencias bastante grandes para nosotros como cristianos. Piensa en ellos por un momento. Todo lo que predicamos en la Iglesia y todo lo que creemos se reduce a esto: ¡Jesucristo ha resucitado de entre los muertos! ¡Se trata de Pascua!

“Sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; desde ahora la muerte no tiene poder sobre él. Así, pues, si hay una muerte para el pecado que es para siempre, también hay un vivir que es vivir para Dios. Así también ustedes deben considerarse a sí mismos muertos para el pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.” (Romanos 6: 9-11).

Entonces, entre el Señor Jesucristo resucitado y nosotros como cristianos creyentes, entre lo que predicamos y lo que creemos, es la celebración de nuestra fe Pascual. “De hecho, todo lo que existe en la Iglesia –los sacramentos, la doctrina, las instituciones– saca su fuerza de la Resurrección de Cristo” (Cardenal Raniero Cantalamesa, “La vida en Cristo”, 67).

El Señor Jesucristo nos aseguró: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Juan 11:25-26). ¿Hay alguna invitación que esta? ¿Alguna mejor promesa? ¿Alguna esperanza mayor en este mundo que esto? No es de extrañar, entonces, que toda nuestra fe como católicos, como cristianos, dependa de la verdad de la Pascua.

La fe en la Resurrección del Señor Jesucristo expresa la profunda convicción de que hay mucho más en la vida de lo que vemos y sentimos en este mundo, que por muy buena que sea esta vida, a pesar de sus desafíos y momentos difíciles, a pesar de sus cruces, hay una vida mejor por venir debido a la Resurrección de Cristo.

El fallecido, gran y Venerable Arzobispo Fulton J. Sheen una vez reflexionó: “La Cruz hizo la pregunta; la Resurrección le dio la respuesta. La Cruz preguntó “¿por qué permite Dios que el mal y el pecado claven a la justicia en un madero? La Resurrección respondió “Para que el pecado, habiendo hecho lo peor, se agote y así vea vencido por el Amor que es más fuerte que el pecado o la muerte”. (Fulton J. Sheen, “Sabiduría de Cuaresma y Pascua”, Pág. 110).

Como nos ha recordado el Papa Francisco, la Pascua permite a los que tienen fe volver a ver al Señor Jesucristo de nuevo, “ser vencidos por su amor”, “convertirse en testigos de su Resurrección ... volviendo a nuestro primer amor, para recibir el fuego que Jesús ha encendido en el mundo y llevar ese fuego a todas las personas, hasta los confines de la tierra”.

¡Feliz Pascua al clero, religiosos y fieles de la Diócesis de Trenton!